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LAS GRANDES CUESTIONES HISTÓRICAS DE LA REVOLUCIÓN EN RUSIA


Content:

Las grandes cuestiones históricas de la revolución en Rusia
Premisa
I – Marxismo y enigma ruso
2 – Revolución europea burguesa y proletaria
3 – Particularidades sociales de Rusia
4 – Nomadismo y sociedad fija en el área «Gran Eslava»
5 – El marxismo ruso
6 – Bolcheviques y mencheviques
7 – Dos etapas de la revolución rusa
8 – Guerra, paz y revolución
9 – Revolución en un solo país
10 – Llegada de Lenin a Rusia
11 – Teoría e historia. De abril a julio de 1917
12 – De julio a octubre. La revolución estalla
13 – Totalidad inexorable de la revolución política
14 – Destrucción de la guerra imperialista
15 – Trituración de las contrarrevoluciones
16 – Trágico camino de la revolución europea
17 – La insuperable alternativa histórica en 1926
18 – Economía: Primer período, el llamado comunismo de guerra
19 – Segundo período: La nueva política económica
20 – Industrialismo de Estado
21 – Tercer período: Lucha contra el kulak
22 – Las dos Constituciones: 1918 y 1936
23 – Derecho civil soviético actual
24 – Industria de la construcción
25 – Propiedad y usufructo
26 -¿A dónde va Rusia?
Notes
Source


Las grandes cuestiones históricas de la revolución en Rusia

Resumen aparecido en los nos. 15 y 16 de 1955 de «Il Programma Comunista» [entonces órgano de expresión de nuestro partido]. Este resumen recoge el informe de la reunión de Génova (6 y 7 de agosto de 1955), y la síntesis de reuniones anteriores de Bolonia y de Nápoles.

Premisa

Puesto que en la reunión de Génova (6 y 7 de agosto de 1955) se acumulaba en la publicación por capítulos de «La Estructura Económica y Social de la Rusia Actual» en nuestra revista quincenal, el relator, como siempre se hace, compiló la exposición a desarrollar, con las precedentes exposiciones verbales de otras reuniones y con la publicación, en este periódico, de amplios y regulares resúmenes. Recordó cómo (después de una serie de estudios orgánicos, sobre las cuestiones del movimiento y de su teoría bajo los perfiles económicos, históricos, sociales y políticos, estudios en los que, sin embargo, habían sido planteados otras veces en toda su extensión los problemas ligados a la situación y al desarrollo de Rusia, y a continuación de la publicación de una serie de «Filo del Tempo» [«Hilos del Tiempo»] (n° del 1 al 4 de 1952 «Il Programma Comunista», después publicados en forma de libro con el título de «Dialogato con Stalin», [«Diálogo con Stalin»], ediciones Prometeo, Milán, 1953) se había querido dedicar sistemáticamente una serie de reuniones interregionales a Rusia.

En la reunión de Bolonia del 31 de octubre y 1 de noviembre de 1954 el tema fue: «Rusia y Revolución en la teoría marxista», y el extenso resumen (como se ha dicho otras veces es una nueva elaboración, posterior a la exposición verbal y madurada después de la reunión con los oyentes, de sus impresiones y peticiones de desarrollo) fue publicado luego en «Il Programma Comunista» en 11 capítulos, entre el № 1 de 1954 y el № 8 de 1955. Históricamente tal exposición abarca hasta la fecha de la primera guerra mundial. En la reunión de Nápoles, 4–5 de abril de 1955, el tema fue «Estructura Económica y Social de la Rusia Actual» y abarcó una exposición en síntesis de las vicisitudes de la revolución en Rusia durante las fases de 1917, y por consiguiente, un examen de la estructura social de la Rusia presente, demostrando nuestra tesis central: que allí estaba vigente una economía capitalista con su ya bien preparada edificación en todo el territorio.

El relator declaró que la reunión de Génova habría repetido lo expuesto en Nápoles, en particular a partir del nivel alcanzado en el amplio balance publicado en 5 capítulos de «Il Programma Comunista», desde el № 10 al 15 del año en curso (1955); por lo que el resumen será único, en su continuación para las reuniones de Nápoles y Génova. Por lo tanto anunció, fiel al método de las repeticiones de los temas básicos, que volvería a hacer una introducción o breve recapitulación de las tesis expuestas en Bolonia y de las expuestas en Nápoles y en los 6 capítulos más arriba indicados; desarrollando luego con toda amplitud cuanto ya se dijo en Nápoles sobre la historia de la revolución soviética (a partir de las «Tesis de Abril» de 1917 de Lenin, presentadas a su retorno a Rusia) y sobre el desarrollo de las formas económicas (partiendo por tanto de abril, tratando octubre y la victoria política bolchevique, y el largo período de guerra civil); y finalmente el contenido de la obra de gobierno en sus diversos períodos, desde el «Comunismo de guerra» a la «NEP» – nueva política económica – y al tercer período, definido con la blasfemia doctrinal de construcción del socialismo, lo que nosotros definimos período de formación de toda la economía y estructura social capitalista, sobre las ruinas de la estructura feudal y asiática.

En un próximo número del periódico daremos el resumen completo, que bien podrá tomar el nombre de Nápoles-Génova 1955, que volverá a ser elaborado detalladamente, partiendo de las tesis de abril. En estos dos números, 15 y 16 de 1955, publicamos una síntesis sucinta de todo el curso de exposiciones sobre el tema ruso, desde Bolonia a Nápoles y a Génova, que creemos pueda ser útil para la buena orientación de cuantos siguen con gran interés el trabajo en profundidad que todo el partido en su conjunto ha decidido sostener tenazmente.

Así estamos seguros de responder a la esperanza de todos los compañeros, sobre todo de aquéllos que no han podido estar presentes, y a la satisfacción mostrada por todo el concurrido e interesadísimo auditorio por el modo sistemático y sólido, de poner sobre el tapete y enfocar hacia soluciones todas las grandes y vitales cuestiones propias del tema, sin el más mínimo miramiento, tanto para los prejuicios que también les lanza la sociedad ambiente a los óptimos marxistas una y otra vez entre sus pies como, y sobre todo, ante las míseras y demagógicas especulaciones de las bandas adversarias, e incluso, last but not least – el último pero no el menor [NDR] –, por las piadosas desbandadas de pequeños grupillos que, aunque golpeados en el subconsciente por el apabullante hedor del oportunismo triunfante, reaccionan de modo insuficiente y destructivo, tropezando, a través de elucubraciones intelectuales de personas o de dudosos cenáculos y círculos de «discusión libre», con resbalones teóricos ciertamente – más perniciosos que el grosero chapoteo en el vil comercio de principios que distingue al «comunismo» oficial de estos amargos tiempos.

Puesto que al comienzo de la «Premisa» se alude a trabajos precedentes que trataban análisis de la estructura económica y social de Rusia, recordamos en particular – además de los textos citados en todo el volumen (pero sólo en una pequeña selección): «Terra acqua e sangue», «Socialismo da coupons», «La controrivoluzione maestra», «Chioccía russa e cúculo capitalista», «Bussole impazzite», «Nell vortice de la mercantile anarchia», «Le gambe ai cani» [«Tierra, agua y sangre», «Socialismo de cupones», «La contrarrevolución maestra», «La clueca rusa y el cuco capitalista», «Las brújulas enloquecidas», «En el vórtice de la anarquía mercantil», «Las patas a los perros»], en los n°s. 22/1950, 11, 18, 19, 20/1951, 9 y 11/1952 del quincenal «Battaglia Comunista»: «Capitalismo clásico – socialismo romántico», «L’orso e il suo grande romanzo», «Friorite primavere del capitale», «Anima del cavallo-vapore», «Malenkov-Stalin: Toppa, non tappa», «Vulcano della produzione o palude del mercato?» [«Capitalismo clásico – socialismo romántico», «El oso y su gran romance», «Floridas primaveras del capital», «Anima del caballo de vapor», «Malenkov-Stalin: cerradura que no cierra», «Volcán de la producción o pantano del mercado?»], en los №s. 2, 3,4, 5, 6/1953 y 12–19/1954 de «II Programma Comunista» y la larga serie sobre la cuestión agraria del № 21/1953 al № 12/1954, Ibí.

I – Marxismo y enigma ruso

Una vez fundado el sistema unitario marxista en el doble e inseparable aspecto de la ciencia de la economía moderna mercantil capitalista (Inglaterra, Europa occidental y central) y de la teoría del desarrollo histórico, que hace depender las formas y las luchas políticas de la infraestructura económica y del cambio de los modos de producción clásicos, inclusive los seguidores de este sistema se detuvieron ante la siguiente cuestión que vamos a formular, debido a la tardanza de la llegada de la revolución liberal en Rusia y por tanto, del gran traspaso del modo de producción feudal al de economía burguesa: ¿es también válida la doctrina del materialismo histórico para explicar el desarrollo de la historia rusa, o éste es un caso original, peculiar y extraño a los esquemas de clase y al modelo de sucesiones históricas fundado por Marx de acuerdo a los datos de la historia de los países que llegaron en el s.XIX a la plena forma capitalista?

Nuestra respuesta: La teoría materialista de la historia y la ley de la ciencia económica son, para la escuela marxista, aplicables a Rusia y a Europa. Tienen valor para todos los lugares y en todos los tiempos del devenir social humano, así como para todos los traspasos de un modo a otro de producción y tanto para los pueblos más desarrollados cómo para los más atrasados.

2 – Revolución europea burguesa y proletaria

Al inicio del movimiento obrero moderno – después de las grandes revoluciones burguesas en Inglaterra (s.XVII) y Francia (s.XVIII)–, en la época del gran incendio revolucionario de la mitad del siglo XIX – que debe extender la revolución liberal a la Europa continental, y en la que existe un proletariado que ya está dotado de connotaciones organizativas y teóricas –, también para todo el subsiguiente periodo que llega hasta la Comuna de París (guerra franco-prusiana de 1870–71): ¿cómo valora el naciente movimiento internacionalista obrero y su doctrina marxista el papel de Rusia? – La primera parte de «Rusia y revolución en la teoría marxista» recoje las citas fundamentales de los textos ya seleccionados de Marx y Engels, «India, Cina e Russia» [«India, China, Rusia»] Milán, II edición, 1965. La expresión «Particularidades sociales de Rusia» en el titulo del capitulo siguiente se refiere al de Engels «Soziales aus Russland» de 1875.

La respuesta es: en tal fase histórica y en tal campo geográfico (área), los marxistas, aún teniendo el claro fin de hacer estallar la revolución socialista y erradicar la forma capitalista allí donde esté madura, apoyan todo movimiento por la sistematización liberal y nacional-independentista de Europa como inseparable condición para liquidar la reacción feudal, y por consiguiente, defienden las guerras de liberación nacional de alemanes, italianos, húngaros, polacos, etc… . El Estado ruso es considerado como inmaduro para la revolución interna, incluso burguesa liberal, y definido como «reserva de la contrarrevolución». Perjudicialmente al estudio de sus formas internas, es tesis marxista segura la de favorecer su derrota militar en todo choque con potencias europeas; al igual que la tesis de que el Estado ruso sea un aliado sistemático de la reacción biensea cuando una capital europea se levanta contra el absolutismo feudal, y mucho más aún cuando la clase obrera, como fuerza nueva y distinta, se lanza a las barricadas.

Por lo tanto, con rigurosa coherencia teórica, la Primera Internacional y su maestro Carlos Marx están por la victoria contra Rusia tanto de los insurrectos de Polonia, como de los ejércitos europeos aliados con los turcos, como de la sola Turquía (también más que feudal), como en la futura y prevista gran guerra de Alemania contra eslavos y latinos. De aquí todas las mentiras acerca de la postura antieslavista de Marx por pretendidas razones nacionales y raciales.

Desde 1871 en adelante, caído Napoleón III, aliado de Rusia, y sublevado heroicamente el proletariado de París, el marxismo está por la victoria del proletariado contra todos los ejércitos europeos, comprendido el ruso, contra él confederados, aún aplaudiendo todavía en 1877 la derrota en Plevna de las tropas zaristas.

3 – Particularidades sociales de Rusia

Desde dentro del inmenso país llegan ya los ecos insuprimibles de una lucha revolucionaria entre las clases, y de la rebelión contra el régimen del zar y de los feudales. ¿Cómo se desarrollará este curso? ¿Dará lugar a una revolución liberal, al poder parlamentario de la burguesía y al desarrollo económico capitalista que hará nacer un potente proletariado, parejo al europeo? Una teoría revolucionaria amarxista sostiene una perspectiva muy distinta; ésta quiere apoyarse en la supervivencia en Rusia de la forma primitiva de la aldea agrícola comunista, aunque esté sujeta a la nobleza y al estado autocrático, y traza la vía de un pasaje a la economía colectiva «saltándose» la fase capitalista. ¿Cómo ven Marx y Engels una tesis tal, que eleva a rango de clase revolucionaria a los campesinos en lugar de a los obreros asalariados?

La respuesta de Marx es que el apoyo de una economía comunista sobre los residuos del comunismo primitivo es admisible sólo si la revolución rusa se produce al mismo tiempo que una revolución europea victoriosa del proletariado moderno, que tome posesión a una escala totalitaria de los medios de producción capitalistas.

Aunque, muy pronto; Marx declara que una ocasión histórica tal está perdida para Rusia: el zarismo mismo introduce la industria urbana; la reforma agraria de 1861, en realidad, más que liberar a los siervos, ha transformado a los antiguos cultivadores en, común en pequeños agricultores propietarios o aspirantes a tal condición, que los convierte no en revolucionarios sino en reaccionarios.

El análisis interno sobre Rusia es realizado después por Engels en los estudios de 1875–1894. Conduce a excluir la conjunción histórica entre el antiguo mir[1] comunista y el socialismo; la capacidad revolucionaria del campesino tiene como fin una revolución puramente burguesa, en la que aún no están presentes los protagonistas, y constata la potente instalación de formas de pleno capitalismo en la industria de las ciudades, en la red ferroviaria moderna, y en instalaciones mecánicas para fines guerreros de primer orden. Por lo tanto, le asigna a Rusia el mismo desarrollo de las naciones más avanzadas de Europa, y remacha la tesis central del marxismo: Rusia puede acelerar la carrera hacia el socialismo, aprovechar las ocasiones que las revoluciones anti-feudales dan históricamente al proletariado, sobre una sola base: el apoyo de una revolución social triunfante en Europa.

4 – Nomadismo y sociedad fija en el área «Gran Eslava»

Escritos de los grandes marxistas europeos y rusos nos han servido, con el fin de enjuiciar las más recientes formas y fases sociales y políticas de Rusia, para combatir la afirmación de que la potente teoría de Marx-Engels-Lenin sobre la sociedad y el Estado entra en contradicción con la historia rusa, desde sus origenes. El Estado no aparece mas que en sociedades establemente fijadas ya sobre un territorio. Pero no hace su aparición necesaria y repentinamente, sino más bien sólo cuando tales primeras sociedades, debido principalmente a la poca tierra disponible en relación a la fuerza numérica humana, se descomponen en clases y en choques internos y externos. Densidad humana, naturaleza del suelo en relación a posibilidades de movimiento, a clima y a fertilidad, han dado lugar por lo tanto a diversos tipos de desarrollo, en los que el Estado se ha presentado en estadios muy diversos.

Una aplicación paralela de la teoría del materialismo histórico, desarrollada en nuestro estudio, nos permite asistir al nacimiento del Estado en las distintas grandes áreas. En el área asiática con baja densidad de población, el Estado surge cuando en las luchas entre gentes comunistas, independientes, demasiado cercanas, un pueblo militar somete a otros y forma clases de esclavos «personales», masas de fuerza de trabajo rural y urbana al servicio de capitanes, monarcas y familias señoriales. En el área asiática densa, el Estado central se funda en el tributo y el sometimiento colectivo de aldeas agrícolas estables, en los que trabajo y consumo son comunes y colectivistas; forma especialmente estática durante milenios. En el área grecorromana clásica, el Estado es democrático para una clase de libres, diversamente propietarios de tierras y de esclavos, poseidos (hombres y suelos) no como colectividad, sino como posesiones de individuales por individuos de la clase libre. Estado tardío, pero de avanzado y desarrollado derecho. Este Estado convertido en imperio se disolverá en el feudalismo con la liberación del esclavo – por ser demasiado costoso –, con el fin de la gran producción y el comercio general, y la molecularización periférica de los poderes. En el área germánica, el pueblo nómada se establecerá en las tierras del caído o decadente imperio y el Estado no surgirá más que como poder feudal disperso. En esta Europa, en sus dos áreas mediterránea y norte-central, el Estado reaparecerá cuando las naciones burguesas, una vez suprimida como fue la esclavitud e incluso los siervos de la gleba, sustituyan al poder de la nobleza, ya reducido por el Estado central monárquico nacional.

¿Qué diferencia hay en el área rusa? Ponderados los elementos físicos de clima, distancias, comunicaciones, articulaciones entre los mares, llanuras y montes, los elementos históricos del establecimiento de diversísimas razas en borrascosas vicisitudes de invasiones y exterminios de pueblos no nutridos por la esterilidad del terreno, surge la premisa precoz con el nacimiento del Estado-máquina, que la leyenda dice que fue requerido por gentes sin paz, no hace doscientos sino hace mil años por el conquistador y explorador vikingo Riúrik. Este Estado político y militar no se disolvió en el feudalismo; gobierna sobre los mir libres, a los que convirtió en tributarios. Los nobles autóctonos y de importación no someterán a las aldeas más que paralelamente y más o menos en paridad estadística (hasta 1861) con el Estado (la Corona) y en parte con los monasterios.

La conclusión del esquema, reclamada aquí de manera descarnada, es que por razones extraídas de elementos materiales y deterministas se ve claramente que en Rusia el feudalismo no fue nunca anti-estatal, y fue un verdadero feudalismo de Estado; lo que sin sorpresa nos permite ver un capitalismo que nace estatal y vence en la forma estatal, «directamente», sin la aparente forma privada individual. Esta constituye, en nuestra doctrina, una variante jurídico-política, no social, porque el advenimiento primero del capitalismo es advenimiento de la producción social; que a la sociedad productora y consumidora se oponga, como en la teoría dialéctica de Engels, la clase dominante, o el Estado, no es más que una expresión con palabras distintas del mismo factor histórico.

Todo comunismo de los pueblos primitivos, desde cuando surgieron las clases – y con ellas un Estado extraño y central a la comunidad de los productores – dejó de ser comunismo; y acabó en la esclavitud y en la servidumbre de la gleba, o en la clásica pequeña propiedad de los libres; según el área, pero en la lectura de una misma ciencia de la historia humana.

5 – El marxismo ruso

Desde 1800, la formación con el apoyo del Estado de una industria en Rusia – iniciada históricamente mucho antes por los zares guerreros, brotando con fuerza de las primeras formas de industria con la utilización de siervos- genera en la ciudad al proletariado asalariado, en cuyas filas la desastrosa reforma servil, creadora solamente de depauperados, demuele nuevos ejércitos de trabajo. Surge el marxismo teórico con grandes nombres, el grandísimo Jorge Plejánov, maestro de Lenin, que hace suya la teoría de la revolución obrera realizando una crítica inexorable del populismo campesino. Nuestra exposición ha mostrado en un largo curso que el marxismo ruso se libera de las mismas formas deterioradas que para Occidente denuncia el capitulo final del «Manifiesto» de 1848. El «marxismo legal» de Struve, el «economicismo», las cien escuelas campesinas, populistas y libertarias, tienen la presentación del socialismo feudal, reaccionario, burgués, pequeño-burgués, que en largas batallas Carlos Marx había desbaratado para siempre. Los marxistas rusos se organizan finalmente en el Partido Socialdemócrata, que tiene por base la declaración de falsedad de la siguiente tesis: la revolución rusa tiene una vía especial propia, no tendrá como protagonista a la burguesía ni a los obreros sino solamente a los campesinos. Y efectivamente una revolución campesina puede darse en la historia, pero únicamente como contrafigura de la más baja revolución burguesa.

Pero acerca de las perspectivas de esta revolución anti-feudal (que los campesinos no harán por si solos, y que aún menos – si la hiciesen – llegaría a ser por ello no capitalista sino socialista) nace muy pronto en el partido marxista una divergencia fundamental.

La historia del movimiento nos dice que el viejo Engels, como persona y dirigente político, se dedicó a sanear tal divergencia e incluso la que tenía con los socialistas «revolucionarios», escuela que se derivó del populismo agrario. Los motivos son obvios.

Sin embargo, tenemos el derecho de decir y hemos demostrado en la segunda parte de la reunión de Bolonia («Partido Proletario de clase y Espera de la Revolución Doble», «Il Programma Comunista», №s 4–8/1955), que la versión de la perspectiva histórica es hija primogénita de la clásica posición de Marx y Engels, y nos adherimos a ella al mil por mil.

6 – Bolcheviques y mencheviques

Aparecía claro, en la época de la gran polémica de 1903–1912, y a caballo del grandioso periodo revolucionario de 1905, que la Rusia de 1900 no estaba todavía a la altura de la Alemania de 1850, en la que Marx y Engels habían afirmado la unión entre la revolución burguesa y la obrera, si el estado reaccionario alemán prusiano hubiese vacilado. Si entonces la burguesía alemana fue definida vil, como fuerza clasista y nacional, no eran ciertamente nulas sus tradiciones antes y después de la reforma: urbanas, municipales, civiles y culturales; y no era subestimable la herencia de preparación teórica transmitida al naciente proletariado, incluso antes de que la difusión de la industria alcanzase el ritmo arrollador de la segunda mitad del siglo, añadida a la proximidad e influencia de Francia e Inglaterra.

En Rusia, si bien fue casi solamente Trotsky quien se enamoró de la teoría de la revolución permanente – no despreciable herencia teórica y política –, fundada en la época gloriosa de la Liga Comunista Europea, los dos puntos de vista opuestos fueron estos: Para los Mencheviques, la revolución que habría derrocado al Zar habría fundado una república parlamentaria y burguesa dándole un potente desarrollo al capitalismo. Aún batiéndose por una revolución tal, el partido proletario en esta república habría dejado gobernar a la burguesía convirtiéndose en un partido de oposición, evidentemente «legal». Habría seguido una fase histórica burguesa, de tipo europeo.

Muy distinta es la visión de Lenin. En dos palabras, y remitiendo a los innumerables documentos recogidos, la tesis es que la burguesía rusa no puede dirigir por si sola el poder, y ni siquiera la burguesía aliada con los partidos campesinos, sin sucumbir ante la contrarrevolución feudal (volviendo a darle vida a la reserva reaccionaria europea de la que ansiosamente desde decenios se invocaba su fin). No basta, pues, con derrocar el poder zarista o contribuir a derrocarlo, es necesario que el partido proletario tome el poder. No se convertirá en partido de oposición, ni tan siquiera de gobierno parlamentario, sino que en la revolución planteará este objetivo: ¡Al poder, sin los partidos burgueses y contra ellos! ¡Al poder revolucionario, teniendo como aliados a los partidos campesinos, e incluso 'los mencheviques, siempre que estén por la exclusión de la burguesía! Esta dictadura de la alianza de los obreros y campesinos se llama democrática porque no servirá para fabricar socialismo (desvarío populista), sino para conjurar la contrarrevolución despótica y feudal; se llama dictadura porque el poder se tomará en la lucha revolucionaria y será denegado a los partidos burgueses: su contenido, en cien declaraciones de Lenin, es la vigilancia a los campesinos para el momento inevitable en el que pasarán a la conservación burguesa y a la resistencia al socialismo.

Esta dictadura gobernará para acelerar la transformación capitalista del país, y democrática en sentido estricto de los ordenamientos jurídicos, en ESPERA de la revolución socialista de occidente, libre ya del espectro de que lleguen a Varsovia, a Viena y Berlín, y a lo mejor a París, los cosacos.

Esta tesis ha sido válida para Lenin durante toda su vida, es validísima todavía para la historia actual, dialécticamente verdadera aunque se han invertido las vicisitudes por las que se esperaba la insurrección del proletariado europeo, e invertida la teoría y la política del poder dominante en Rusia.

7 – Dos etapas de la revolución rusa

Nuestro enfoque va dirigido a destruir la siguiente tesis: que la primera revolución rusa de febrero de 1917 haya sido revolución burguesa, en la que vencieron los socialistas, y que en la segunda de Octubre se haya superado la vieja fórmula bolchevique de ir al poder con el único objetivo de «hacer de vigilantes de la democracia y el capitalismo» hasta la revolución occidental, para pasar sin más a una revolución socialista integral, del nivel que habría podido tener, pongamos, la revolución alemana si no hubiese sido aplastada.

Nosotros demostramos que la revolución de febrero representó la fórmula menchevique con la ulterior caída de populistas y socialdemócratas en el oportunismo, por la entrada en el gobierno provisional burgués y por el sometimiento a éste de los Soviets obreros, surgidos, como en 1905, a la cabeza de la lucha revolucionaria. La revolución de Octubre volvió a conducir a la fórmula bolchevique: alianza con los campesinos, expulsión de la burguesía del poder, aplazamiento del socialismo en Rusia hasta la revolución europea, erradicación de los mil residuos feudales; todo esto, incluso para los marxistas que niegan a la «democracia» todo valor absoluto, se consigue recorriendo rápidamente las fases de la democracia impulsándolas hasta el fondo: sólo después se desecha verdaderamente.

En la parte de la reunión de Nápoles, ya desarrollada en resumen, hemos querido remachar por qué negamos que sea justo decir que Octubre fue una revolución burguesa. Revolución burguesa es aquella en la que la burguesía gobierna, dejando claro que lo hace como clase nacional, e incluso como clase extranacional y mundial.

Hemos dado tres caracteres radicales de la revolución bolchevique, que la separan en principio de toda revolución burguesa. Las recordamos resumidamente:

- Primero: condena de la guerra imperialista desde 1914, condena de los socialistas traidores que se adhieren, consigna del derrotismo en cada país, incluso individualmente, como única vía para el hundimiento del capitalismo. Toda revolución burguesa fue por el contrario nacional, patriótica y defensora de la guerra, como intentaron hacer los oportunistas rusos desde febrero.

- Segundo: liquidación despiadada y extra-legal, en la lucha interna en Rusia, de todos los partidos oportunistas incluso campesinos y obreros, y su puesta fuera de la ley. Esto siguió (con la dialéctica propia de aquella fase histórica) al descontado rechazo, en la teoría de Lenin, de aquellas fuerzas para gobernar en forma dictatorial sin y contra la burguesía; sin la burguesía, e incluso en un cuadro social en el que al socialismo le faltaban sus bases económicas, se afianzó el gobierno revolucionario único y totalitario del partido proletario: lección de alcance y de fuerza mundial, golpe al oportunismo no inferior que el asestado al socialpatriotismo de los renegados.

- Tercero: Restauración de la teoría del Estado y de la Revolución según Marx, y de la dictadura del proletariado como transición a la desaparición de las clases y del Estado mismo; restauración de la teoría del partido proletario de clase como lo establecieron Marx y Lenin – contra la desviación obrerista, tradeunionista, o incluso «demoproletaria» – por lo que es solamente el partido el que, sin consultas del tipo de los engaños burgueses, representa a la clase y dirige la revolución, el Estado y la abolición sucesiva del Estado. Resultados de alcance mundial, que en los años gloriosos que siguieron a Octubre fueron flanqueados con la construcción de la nueva Internacional y su denominación de Comunista.

8 – Guerra, paz y revolución

El reclamo de toda la lucha de los marxistas radicales al estallido de la guerra no sólo era indispensable para la comprensión de las fases de la revolución en Rusia, sino también para establecer el valor exacto de la posición de Lenin. El dominante oportunismo estalinista de hoy tiene como fin atribuir a Lenin la falsa paternidad de la hipócrita fórmula:
se puede y se debe construir el socialismo en un solo país. Se ha especulado con la fórmula leninista del derrotismo en la guerra imperialista, que tenía un alcance muy distinto.

Tal fórmula no era nueva, y lo hemos probado con las mismas citas que Lenin usa en los escritos, a las que se ha recurrido para apoyarse en la autoridad de Marx y Engels.

Los oportunistas dijeron: El partido socialista no puede dejar de sostener la guerra de su país, porque si se rechaza puede provocar la invasión por parte de un país menos avanzado en el que el veto socialista no pudiese funcionar. A pesar de esto, dijo Lenin, es necesario sabotear aunque sea solos y unilateralmente: mientras el ejército enemigo avanza, el proletariado derrotista tenderá a tomar el poder y a poner en práctica medidas revolucionarias. Le seguirá, o la revolución también en el otro país, o una nueva guerra que será, esta sí, guerra socialista y revolucionaria. Este punto difícil fue desarrollado por Lenin con el fin de oponerse a la forma pacifista de aversión a la guerra, basada en las consignas pequeño-burguesas de desarme universal y paz general, en el «estamos contra todos las guerras porque se derrama sangre», sobre la predicación del rechazo individual al servicio militar, etc. El pacifismo, estableció Lenin en sus tesis siguiendo los fieles ejemplos de Marx, no es menos contrarrevolucionario que el nacionalismo: nosotros, marxistas, hemos estado a favor de muchas guerras y estaremos, casi con certeza, por futuras guerras: apoyamos las guerras de liberación y sistematización nacional, deberemos sostener las guerras revolucionarias entre los países que hayan avanzado más allá del capitalismo y los países que sigan siendo capitalistas o que aún no lo sean. Aborrecemos esta maldita guerra del período imperialista y todas las similares del futuro.

9 – Revolución en un solo país

¡Esta enseñanza básica es vergonzosamente falseada – precisamente por aquellos que la han olvidado – con las más bajas campañas de hoy sobre la posibilidad de la paz universal, afirmada por Marx y Lenin como imposible entre estados capitalistas, y acerca de la posible convivencia y alianza perpetua entre estados burgueses y socialistas!

Con la amplia referencia de hechos y datos documentados hemos podido clarificar las distintas fórmulas en las que se crea la deseada y horrible confusión.

La primera confusión es la que se produce entre las fórmulas «socialismo en un solo país» y «socialismo en un país no capitalista», o sea, «socialismo en la sola Rusia».

La fórmula marxista es que el socialismo es históricamente posible sobre la base de dos condiciones, ambas necesarias. La primera es que la producción y la distribución se realicen generalmente bajo la forma capitalista y mercantil, o sea, que se haya alcanzado un amplio desarrollo industrial, incluyendo empresas agrícolas, y un mercado nacional general. La segunda es que el proletariado y su partido consigan derrocar el poder burgués y asumir su dictadura.

Dadas estas dos condiciones, no se debe decir que es posible comenzar a construir el socialismo, sino que sus bases económicas ya están construidas y se puede y se debe iniciar inmediatamente la destrucción de las relaciones burguesas de producción y propiedad, so pena de que la contrarrevolución lo impida.

Donde la condición técnica y económica del primer tipo existe con certeza, ningún marxista ha afirmado nunca que la conquista del poder político por parte del partido proletario esté condicionada a la simultaneidad en todos los países civilizados -c omo dice la fórmula estalinista estúpidamente – o en un grupo de los mismos. En determinadas condiciones históricas de fuerza del proletariado, es admisible la conquista del poder político en u solo país. Y si existe la condición socialista del primer tipo, como se ha dicho, esto quiere decir que comienza enseguida la transformación socialista, como hecho destructivo más que constructivo, para lo que en la avanzada Europa (y América) desde hace mucho tiempo las fuerzas productivas son suficientes, e incluso excesivas.

Si por el contrario hablamos de un país en el que falta la primera condición de desarrollo productivo y mercantil, entonces la transformación socialista no será posible. Esto no quiere decir que en determinadas condiciones históricas y de relaciones de fuerza, no sea posible intentar y alcanzar la conquista proletaria del poder político (Octubre rojo) sin programa de transformación socialista hasta que la revolución triunfe en los países que posean la primera condición, la del desarrollo económico.

Por lo demás, en la situación de una guerra imperialista (como lo era para Europa y Rusia), todo partido proletario debe dirigir la acción derrotista interna, aunque lo haga él sólo, y si puede hasta la conquista del poder.

Por lo tanto la tesis condenada desde el punto de vista marxista no lo es: – también en un solo país es posible la conquista proletaria del poder – y – también en un solo país de pleno capitalismo es posible la transformación socialista –. La tesis condenada es que en un solo país no capitalista sea posible, con la conquista del poder político, la transformación socialista.

La falsa tesis estalinista dice: es posible la construcción del socialismo (expresión incorrecta, la correcta sería transformación socialista), incluso en un solo país atrasado y feudal como es Rusia, sin el apoyo de la transformación socialista de algunos países capitalistas ya desarrollados.

Lenin, como marxista ortodoxo, ha enunciado correctamente las tesis: del derrotismo y del poder en un solo país, de las medidas que «liberan» la transformación socialista del país capitalista avanzado, aún si esto conduce a una guerra, que será la guerra de clase. Con esto no se ha soñado nunca decir o escribir: con el derrotismo de la guerra y la conquista del poder sin la burguesía se puede dar curso en la sola Rusia, aisladamente, a la transformación socialista de la economía.

Por el contrario, en las tesis de 1915, corroboradas en los famosos dos artículos contra las ideologías de los Estados Unidos de Europa y del rechazo de toda guerra, una vez más está escrito qué es lo que sucedía en Rusia después del derrotismo y de la liquidación de la guerra y después de la conquista del poder: la fundación de una república democrática, en todos los sentidos.

Este falseamiento colosal se clarificará mejor más adelante.

10 – Llegada de Lenin a Rusia

A los pocos meses de la caída del gobierno zarista en Rusia, había un gobierno provisional de kadetes, socialistas revolucionarios y mencheviques, y el Soviet de los diputados obreros y campesinos había reconocido que un gobierno tal debía conservar el poder hasta la convocatoria de una asamblea constituyente.

Este gobierno simpatizaba abiertamente con quienes habían sido aliados del zar en la guerra mundial, estaba influenciado por el apoyo de las burguesías occidentales, que por si solas le habían dado a la rusa la fuerza para subir al gobierno, se orientaba hacia la continuación de la guerra anti-alemana «democrática y nacional». ¡Incluso no había lanzado la consigna republicana, tendiendo a una monarquía constitucional con un hermano del zar!

El partido bolchevique no había participado, es verdad, en un gobierno tal, pero no le había opuesto ni siquiera una oposición feroz, le concedía una benévola espera, sólo invitándolo a trabajar por negociaciones de paz general, y aún menos había avergonzado a los oportunistas por su sometimiento a la burguesía nacional y extranjera y a su desvalorización y desautorización de los Soviets.

La llegada de Lenin abre una dura reprensión contra estas posiciones del partido bolchevique y de sus dirigentes rusos, entre los que Stalin y Kámenev estaban en primera fila.

Con amplias referencias que son recientes y no volveremos a resumir, hemos probado que la despiadada puesta en práctica de la acusación insita en las tesis de Abril todavía no tiene el siguiente alcance: os habéis olvidado pasar de la revolución democrática a la revolución comunista que hoy la guerra pone al orden del día.

El contenido de la reprensión es muy distinto, no es tan amplio, y sólo a los pobres de espíritu les pareció temerario y alocado. Se limitó a la ardiente censura:
«¡Allí donde la teoría del partido os señalaba claramente el camino, habéis dudado y os habéis desviado!: ‹De las dos tácticas de la revolución democrática›, en lugar de aplicar la justa, habéis seguido la menchevique, o al menos os habéis dejado sugestionar, creyendo en el famoso ‹valor absoluto› de la democracia, que para nosotros es sólo un obligado pero contingente pasaje, un puente que a nuestras espaldas debemos quemar. Habéis violado la enseñanza sobre la guerra: allí donde estaba establecido que era imperialista y se debía sabotear desde todas las partes, francesa, alemana, rusa, etc., habéis hecho concesiones a la política que afirma que la caída del zar y la subida al poder de los burgueses han convertido la guerra en justa, y estáis a punto de pasar al ‹defensismo›».

Las tesis de Lenin deslumbraron, reconstruyeron toda la política revolucionaria del partido: potencia no ínsita en el hombre, por excepcional que fuera la máquina de su cerebro, sino en la preventiva teoría internacional y rusa del partido, pasada por el la criba de tremendos pasajes históricos.

Contra la guerra y a favor del derrotismo, siempre. Contra el gobierno provisional, denunciándolo en seguida como agente del capital. Contra sus aliados populistas campesinos y contra los mencheviques que han condenado en los Congresos no sólo la toma del poder sino la participación en él. Por el paso de todo el poder a los Soviets. No a la lucha contra el Soviet mayoritariamente de derechas, sino penetración y conquista hasta desenmascarar a los mencheviques y a sus socios. No a las alianzas con la asamblea parlamentaria, sino dictadura de los Soviets, o sea, del proletariado y de los campesinos. No a la payasada de proponer, la instauración del socialismo, sino la preconización del socialismo, que le será dado a Rusia sólo por la revolución europea. Acción legal hoy, ilegal e insurreccional en un mañana no lejano. Inmediata nacionalización de la tierra, control industrial, nueva Internacional, y nombre de Comunista al partido, para destruir internacionalmente la guerra y el capital.

11 – Teoría e historia. De abril a julio de 1917

Existen pocos ejemplos de una unión tan precisa de los acontecimientos con un curso que reclamó ser conducido por un potente e incansable trabajo de decenios, en el que encuentra sus fundamentos. ¿Fue quizás Lenin el que plegó los acontecimientos a su plan genial, o diabólico para sus enemigos? ¿O no es más bien una inmensa deuda del movimiento hacia él, que está en la afirmación de que es la doctrina del partido la que debe guiar nuestros movimientos y no las oportunidades y las conveniencias, de la situación especial que se va determinando, y en las que, observando bien, se podrían, si creyéramos a los bobalicones y según el jactarse de todo politicastro dirigente, discernir las fisuras en las que apoyar la palanca de la acción? Todos elevaron contra Lenin sus reprimendas, le reprocharon su reciente llegada y el omitido estudio de unos hechos nuevos de una Rusia original e imprevista. Pero Lenin descendió del tren, entró en la reunión y habló «con los ojos cerrados», según una línea inflexible. Después los oyentes supieron que los ciegos, en su casi totalidad, eran precisamente ellos.

Pocas semanas después, en la Conferencia de Abril, Lenin repitió sus conceptos y volvió a escribir más ampliamente sus formas lapidarias, precisando la futura tarea: los trabajadores y el partido sienten que están sobre la línea segura y avanzan en frente compacto.

Muy pronto los acontecimientos demostraron que la ruina se habría engullido a la revolución sin aquel decidido golpe de timón.

Se celebra en toda la Rusia libre el Primero de Mayo, y en aquella fecha el ministro de Asuntos Exteriores, Miljukov, compromete al pueblo ruso con la promesa a los aliados de continuar la guerra. El 3 de mayo los bolcheviques protestan con manifestaciones armadas contra el comunicado de Miljukov. El 14 de mayo el Soviet vota aún por el gobierno de coalición. El 15 dimite Miljukov. El 16 llega Trotsky y ante el Soviet, con su discurso, se adhiere totalmente a la política de Lenin, que el 17 en una carta abierta al Congreso de los Campesinos incita a la guerra despiadada contra la burguesía imperialista y los «social-pacifistas» que la apoyan. Se forma el gobierno de coalición con el socialrevolucionario de derechas Kerenski, ministro de la guerra. Este, el 20 de junio, ordenará la ofensiva en el frente: los oportunistas convocan manifestaciones contra Kerenski y la guerra. El 1 9 de julio fracasa la ofensiva en el frente y los alemanes irrumpen por Tornapol, estalla en Petrogrado la insurrección armada, si bien los bolcheviques intentan retrasaría. Lenin y Zinóviev son acosados como agentes alemanes por la policía de Kerenski, convertido en primer ministro. Muchos dirigentes bolcheviques, entre ellos Trotsky, son detenidos: el partido, por obra de Stalin, esconde a Lenin.

12 – De julio a octubre. La revolución estalla

En agosto, el sexto Congreso del partido bolchevique, con la ausencia de muchos compañeros en situación ilegal, elige al nuevo comité central (los 32 de Octubre) y confirma totalmente la línea de las Tesis de Abril.

El 31 de agosto el frente se rompe y cae Riga. Kornílov, que había sustituido a Brusílov a la cabeza del ejército, es destituido por Kerenski, que teme haber promovido a las fuerzas reaccionarias: Kornílov avanza sobre Petrogrado. Reacción de las masas de todos los partidos obreros, predominio en la lucha de las fuerzas bolcheviques que han ofrecido tempestivamente el frente único. Kornílov es detenido en el cuartel general, los dirigentes bolcheviques excarcelados. El 18 de septiembre en el Soviet (el plan se cumplió matemáticamente) pasa la primera resolución de la fracción bolchevique: el presidium menchevique-eserista (socialistas-revolucionarios) dimite.

24 de septiembre: para la presidencia del Soviet de la capital, Trostky arroja fuera del escaño al mal afamado menchevique Cheidse. Mientras que, el Soviet invoca el Congreso Panruso de los Soviets, una conferencia democrática (de la que desconfiaban los bolcheviques) elige un Consejo de la República o Preparlamento. Lo abandonan enseguida los bolcheviques y los socialrevolucionarios de izquierda, que cierran un pacto de acción.

El 22 de octubre el Soviet elige un comité militar, presidido por Trotsky. El 23 de octubre el Comité Central del partido bolchevique vota la insurrección. La propone Lenin, votando en contra Zinóviev y Kámenev. El 29 de octubre el Comité condena la actitud de los dos, los cuales responden en la prensa. Los mencheviques consiguen posponer del 2 al 7 de noviembre el Congreso Panruso de los Soviets. Al Soviet de Petrogrado se unen las fuerzas de las fortalezas de San Pedro y San Pablo.

El 7 de noviembre, el gobierno de Kerenski, que se ve perdido, ordena la detención del Comité Militar del Soviet: es el final; caerá después de 2 días de batallas en las calles. Lenin hace su aparición en el Congreso Panruso. El gobierno es detenido.

En la segunda etapa, la Revolución ha vencido por el camino que la potencia de la doctrina revolucionaria había señalado.

13 – Totalidad inexorable de la revolución política

Realizada el 25 de Octubre – 7 de Noviembre de 1917 la conquista del poder político con el derrocamiento del Gobierno Provisional de coalición burgués menchevique populista, se abre en toda su amplitud la cuestión de las tareas de esta revolución, nueva y original en la historia. A los historiadores idealistas les gustará identificar la Revolución con un burguesísimo «golpe de teléfono» de Lenin, pero nosotros no nos perderemos detrás de tales banalidades, a las que hoy podría seguir la hipótesis que se les lanza como alimento a millones de conformistas, de otro golpe de teléfono de Stalin: ¡Constrúyase el socialismo! Una revolución plantea ella misma las tareas, no las recibe. Nadie en un momento similar piensa «poner en vigor el comunismo». La serie histórica es muy distinta.

Por claridad de exposición, distinguiremos (sumariamente) las tareas políticas, o mejor político-militares, y las sucesivas tareas socioeconómicas.

Una primera tarea es la integración, el completar la Revolución. La Revolución, como relación de fuerzas políticas, es algo que tiene dos únicas eventualidades: Nada o Todo. Una segunda tarea (todas en realidad se presentan agolpadas, inseparables) es la lucha por aniquilar la guerra internacional y la guerra nacional. Una tercera es rechazar la ola feroz de vientos contrarrevolucionarios: la guerra civil. Estas tareas que todavía no son económicas en el sentido de máxima, ocuparán, las dos primeras, el primer año; la primera y la tercera, al menos otros dos años.

Cuando el partido comunista llega al poder, después de la fase de conquista pacífica del Soviet y después de la insurrección armada, los partidos burgueses y

social-oportunistas son puestos fuera de la ley; pero quedan aún dos cosas: el bloque de gobierno con los socialrevolucionarios de izquierda, las elecciones en curso para la Asamblea Constituyente a la que, teóricamente, se le debiera atribuir el poder. La primera en desaparecer es esta segunda posición espuria. «Por fortuna», se está en minoría en la Constituyente y, el 19 de enero de 1918, Lenin debe ordenar (su fuerza está aquí y es la fuerza del partido: para hacer esto no debe superar ningún obstáculo teórico) a un pelotón de marineros rojos, que la arrojen fuera y que la quiten de enmedio. Unos días después, el Tercer Congreso Panruso de los Soviets se declara depositario único del poder, nombra al Comité Ejecutivo permanente (no es Parlamento ni Antiparlamento: es la negación histórica, el fin de los Parlamentos, porque es la dictadura de clase contra la ficción de la verbena interclasista) y esto designa al Consejo de Comisarios del Pueblo, que es el gobierno. La palabra Pueblo nos demuestra que se tiene en cuenta que no se trata de una revolución proletaria pura, incluso socialmente.

En estos tres órganos están también los eseristas de izquierda. Los echará fuera (decisión una vez más no contradicha ni embarazosa en teoría, impuesta no por dirigentes sino por la historia) sólo en el curso de la segunda tarea: liquidación de la guerra nacional.

Debiendo seguir la alta función doctrina-historia, la cronología no es de rigor. Después de Brest-Litovsk (rápidamente), los eseristas, que eran la expresión del bloque campesino con la revolución hasta entonces, rompen duramente: en Marzo de 1918 habían salido del gobierno, en Julio denuncian a los bolcheviques como enemigos, asesinan al embajador alemán Mirbach para desencadenar la guerra nacional antialemana, y se sublevan armados en Moscú, mientras que por otros frentes avanzan los alemanes y los primeros ejércitos contrarrevolucionarios. El 30 de agosto dispararán contra Lenin, matan al gran compañero Urickij.

Es la hora en la que, y que revienten los autores de escritos de pacotilla, la revolución finalmente se presenta como es: la Dictadura de Partido se integra en Terror de Partido. Antes de que tantísimos enemigos señalasen otras ventajas, el 17 de julio ya había sido suprimida la familia imperial. La burguesía mundial chilla y se escandaliza, olvidándose sus origenes (igual que sus encubridores Kautskianos), por la fundación de la policía roja, el sistema de los rehenes de clase y de las represalias contra los «inocentes».¿Pero hay culpables para el marxismo en la historia? No, como no hay ni beneméritos ni taumaturgos.

Las grandes cuestiones de la dictadura y del terror están resueltas, una vez mas como todo marxista sabía. El entusiasmo de los revolucionarios de todo el mundo sube como una marea.

14 – Destrucción de la guerra imperialista

Desde Abril a Octubre los bolcheviques se dedicaron a explicar su consecuente y poderosa fórmula histórica de la Revolución rusa, la situación internacional y la guerra imperialista. Se trata de una revolución burguesa antifeudal: que le interesa al proletariado, lo que ya se sabía desde el ABC de 1848. En cuya situación de capitalismo naciente (lo que en el determinismo histórico equivale a socialmente útil, benéfico, incrementador – insustituible – de productividad del trabajo e intensidad de consumos, propulsor hacia adelante de las capacidades proletarias de clase) existía alianza abierta, lucha común, solidaridad, más allá del derrocamiento de la servidumbre feudal y del absolutismo, incluso de la fundación del Estado nacional y en las guerras con tal fin aliado. En la época de la revolución rusa, en el mundo hay un capitalismo parasitario, desarrollado hasta llegar a quedarse sin impulso, empachado por la economía productiva, generador de guerras no de sistematización en mejores formas modernas, sino de puro bandidaje explotador.

En este caso, es. necesario trabajar también por una revolución anti-despótica que puede quedarse en la fase capitalista, pero no puede hacerse una alianza con la guerra de la burguesía, una solidaridad que no sólo sea en guerra civil (anti-zarista) sino en guerra exterior. De forma cruda, no nos cansamos de decirlo, el proletariado se encarga de hacer la revolución burguesa, se encarga de la dirección de los campesinos en la misma, pero no se alía con los partidos burgueses, tiende a tomar todo el poder contra la burguesía local y todos sus aliados oportunistas y sus asociados internacionales.

El bolchevismo asumió esta dura tarea, por muy tremenda que fuese la apuesta. Una breve invitación a las negociaciones mundiales; los aliados callan: enseguida la oferta unilateral a los alemanes, que apremian en la frontera.

Primera delegación Joffe en Diciembre de 1917. Condiciones inaceptables. Segunda delegación Trotsky en enero de 1918. Durísimas condiciones, que comportan anexiones de pueblos eslavos. Tres fórmulas: – Lenin (enemigo feroz de las anexiones activas): aceptar y firmar la paz; – Bujarin: guerra revolucionaria contra los alemanes.

- Trotsky: ni paz ni guerra, no firmar.

El Congreso de los Soviets está por esta tesis. La delegación se retirará sin firmar tratado. El ejército alemán avanza. En el CC, Trotsky propone el llamamiento a los aliados por ayudas militares. El 23 de febrero, Berlín dicta un ultimátum agravado: En el Comité Central, siete votos a favor de Lenin (aceptación), cuatro a favor de Bujarin (rechazo) que dimiten, y se abstienen cuatro con Trotsky. El 3 de Marzo: firma del tratado. El Congreso del partido lo aprueba, condenando a los «comunistas de izquierda» de Bujarin; como se ha dicho, el partido comunista rompe con los eseristas, últimos aliados.

El partido está solo. La guerra es destruida.

Baste este apunte de portada tan grande. Hacemos notar solamente que la izquierda revolucionaria del partido socialista italiano hizo suyas todas las posiciones de Octubre: conquista del poder, dictadura, disolución de la Constituyente, ruptura con los Socialistas Revolucionarios (S.R.), estrategia terrorista. Bastaría con disponer de una serie de la revista «Avanguardia» de los jóvenes socialistas, con los comentarios, diríamos, excitados semana tras semana. En el «Avanti!», un artículo del mismo origen, incondicionalmente por las Tesis de Lenin: «La revolución rusa en una fase decisiva», dirigido a combatir las incertidumbres de los compañeros que consideraban la posición demasiado a la derecha, conciliante.

Y un solo comentario a tanta distancia: Trotsky es acusado hoy de haber sido entonces un «agente del imperialismo alemán» ¡evidentemente, para el honor de ésta rancia censura burguesa, conocida por todos los revolucionarios de aquella época, era Lenin quien tenía el mayor derecho! Pero él había visto anticipadamente el efecto sobre las ulteriores vicisitudes y sobre el hundimiento alemán, que no podía seguir si no se hacia evidente la antitética posición del imperialismo germánico y de la revolución rusa: contra la que los imperialistas del otro campo se arrojaron al mismo tiempo.

15 – Trituración de las contrarrevoluciones

Sigue una tremenda fase de luchas, choques y guerras realizadas para defender el poder conquistado. Las únicas dificultades no son las militares en el sentido técnico: la economía y la producción van decayendo cada vez más, cae por debajo del desastroso nivel de la época zarista, del gobierno provisional: carestía y epidemias en amplios territorios, hambre en las ciudades, falta de armas, municiones, divisas, etc.

Baste por el momento el descarnado elenco de los frentes de ataque contrarrevolucionarios y de contraataque bolchevique.

Ya en el Tercer Congreso, en enero de 1918, se declara en guerra con la Rada de Ucrania, ligada a los alemanes y a las fuerzas de los generales: Alekséyev (sudeste), Kaledin (Don), Kornílov (Kuban). Pero otros frentes «estallan». Abril: los japoneses en Vladivostok.

Mayo: avance de Mannerheim en Finlandia. Revuelta de los checoslovacos en el Volga.

Junio: los Blancos (zaristas) amenazan Zarizin. Agosto: los Aliados desembarcan en Arkángel. Los ingleses marchan a través de Persia sobre Bakú. Los Blancos, en Jassy (Rumania), proclaman al general Denikin dictador de Rusia. Kolchak toma el poder en los Urales, derrocando al «gobierno de la Constituyente», burgués oportunista. Diciembre: los franceses en Odessa.

1919 será el año de los contraataques. Después del armisticio y de la caída de la monarquía alemana, los bolcheviques anulan el tratado de Brest y abaten en Ucrania al Hetman Skoropadskyj, filo-germánico.

En marzo de 1919, Kolchak aún avanza sobrepasando los Urales. Los franceses avanzaban desde Odessa: pero en Abril la evacuan. Mayo, el Ejército Rojo rechaza a Kolchak, pero entretanto Yudénich, criatura de los ingleses, desde occidente amenaza Petrogrado. Vuelve a ser rechazado, pero Denikin toma Járkov en Ucrania y en Septiembre está en Kiev. En Octubre ocupa Drel y apunta hacia Moscú. Pero el 21 de Octubre los Rojos derrotan a Yudénich en Pulkovo y a Denikin en Orel. En Noviembre, una gran ofensiva rechaza a Kolchak más allá de los Urales; en Diciembre, los tres ejércitos de la contrarrevolución están en disolución, perseguidos con energía y sin cuartel. En febrero de 1920 Kolchak, entregado por los franceses, es ajusticiado.

Pero 1 920 es el año de la guerra ruso-polaca, que suscitó tantas ilusiones en vano. Estonia, Lituania y Polonia, sostenidas por ingleses y franceses, se preparan para invadir Rusia: sólo la primera acepta la paz. En Mayo, en el sur, el barón Wrangel forma un nuevo ejército blanco, después de la derrota de Denikin, y avanza desde Crimea. En Junio es rechazada la ofensiva polaca. Tujachevski dirige a los Rojos a Vilno, a Brest y junto a Varsovia, pero la maniobra defensiva guiada por el general francés Weygand rompe el cerco rojo y, en Septiembre, fracasa el plan de apuntar al corazón de Europa, se firma la paz con Polonia. En Noviembre también Wrangel es aplastado. Georgia y Armenia son ya rojas. La guerra civil ha terminado: en Marzo de 1921 estalla una revuelta de la guarnición de Kronstad, sofocada rápidamente y cuyos origenes no están todavía claros. Toda Rusia, después de más de cuatro años desde la victoria de Octubre, está finalmente controlada por el partido comunista. Hasta entonces la pregunta: ¿Qué debe hacer el partido llegado al poder?, en el fondo, sólo ha tenido una respuesta: ¡Combatir para no perderlo!

16 – Trágico camino de la revolución europea

Si bien el tema, cuyo desarrollo está aquí resumido, nos empuja hacia las cuestiones de estructura económica, aún queda un aspecto político fundamental del gran acontecimiento, y éste se refiere a la Internacional proletaria.

En sustancia, no había «nada que hacer» transformando socialmente Rusia, porque haciendo la guerra no quedaba tiempo y porque ya se sabía lo que se debía hacer – más allá de asistir a la germinación de formas capitalistas liberadas por el proletariado de trabas feudales: se debía hacer palanca sobre el movimiento proletario exterior para la liquidación de la guerra, por la revolución socialista. Punto central éste de la perspectiva de Lenin, identificado con la separación de Rusia del engranaje imperialista.

Movimientos contra la guerra, como desprecio hacia la traición de tantos dirigentes socialistas no habían faltado en todas las naciones de Europa, y en las vicisitudes de final de la guerra a todos les hacían presentir movimientos más amplios. Desgraciadamente, la revolución no puede surgir sólo del cansancio y la desesperación, sino que tiene necesidad de la defensa de la línea continua de clase, que la traición de 1914 había roto en casi todo el frente mundial.

Los episodios más relevantes de la posguerra fueron los del movimiento spartakista entre 1918 y 1919 en Alemania, aplastado por el gobierno de la recién nacida república burguesa socialdemócrata, y los de las grandes acciones de masas en Italia en 1919 y 1920, ahogados por la orgía democrático-parlamentaria, que también fue aceptada por los socialistas que se jactaban de no haber aceptado la guerra; los de los caducos intentos en Hungría y en Baviera, que luego de breves éxitos cedieron a la represión burguesa.

La Internacional Comunista, invocada desde 1914 por Lenin, fue fundada en el primer Congreso de Moscú del 2 al 19 de marzo de 1919. Fue consolidada en el segundo, del 21 de julio al 6 de agosto de 1920, que definió la base teórica y organizativa, quizás ya con retraso con respecto a la ola revolucionaria. Desde este Congreso en adelante fue cada vez más evidente que, a pesar de la gran victoria en Rusia, el oportunismo de Occidente tenía todavía notable incidencia sobre la clase obrera y que la enfermedad de 1914 no podía tener tan rápida curación.

Las cuestiones sobre la actitud a tomar ante esta situación y sobre la divergencia que surgió con grupos de izquierda, especialmente con el Partido Comunista de Italia, fundado en enero de 1921, vendrá tratada en un próximo informe en otra de nuestras reuniones, sobre la base de la notable documentación de la que se dispone («L 'oposizione de sinistra nella III Internazionale comunista», en «Il Programa Comunista» № 1 de 1956), y se pondrá en evidencia cómo nuestra total adhesión a la perspectiva de Lenin y de los rusos de entonces sobre la vía de la revolución en Rusia, deviene abierto desacuerdo acerca de la estrategia de la revolución europea, que no debía, por razones evidentes, volver a calcar las mismas vías de incitación a clases y partidos no proletarios, siendo ya otro el grado de desarrollo de las formas sociales – y con la denuncia de los peligros de degeneración revolucionaria que por desgracia el futuro debería confirmar.

Antes de pasar a la parte que trata de la naturaleza económica y social, en las tres fases en que se. la suele considerar, conviene todavía recordar qué valoración siguió el comunismo mundial, pasada la primera posguerra, ante las siguientes cuestiones: ¿Cuál es el curso de la revolución internacional? ¿Nos espera una larga estabilización del sistema capitalista? En tal caso, ¿cual es la tarea del partido y del poder rojo?

Surgió ante tal escollo el problema que hoy se discute. Todos sabemos, a pesar de las falsificaciones sistemáticamente organizadas, que hasta 1924 sólo se interrogaba sobre cómo se podía suscitar la revolución alemana y occidental. Pero es desde 1926 cuando urge el problema de la conducta a mantener en la hipótesis de que faltase la insurrección de la clase obrera en Europa, vanamente esperada durante nueve años.

El choque de las opiniones en este terreno volvió a resultar particularmente sugestivo en la reunión del Ejecutivo Ampliado de la Internacional, que tuvo lugar en noviembre-diciembre de 1926, sucesiva a la de febrero-marzo; y en el informe nos hemos detenido en tal punto, antes de tratar sobre la sociedad rusa bajo el perfil económico, de los cursos que presentó y presenta: puesto que el debate es el mismo de hoy, los problemas fueron expuestos claramente – y es solamente ahora cuando resulta mucho más fácil para todos verificar los planteamientos del marxismo integral y ortodoxo.

17 – La insuperable alternativa histórica en 1926

Haremos uso – en su lugar más ampliamente [Cf. en particular «Repiegamento e tramonto della rivoluzione bolscevica» («Repliegue y ocaso de la revolución bolchevique»] –, de tres discursos: Stalin, Trotsky y Zinóviev, y de un cuarto con imitación servil, pero extrañamente expresivo, del italiano Ercoli (seudónimo de Palmiro Togliatti). Es conocido que las divergencias rusas habían empezado antes: ya en vida de Lenin existía la oposición obrera; desde 1924 estaba ya en clara oposición Trotsky, pero su voz no había pasado de los Congresos del partido a los de la Internacional: le atacaban fieramente Zinóviev y Kámenev, ligados a Stalin. En 1926 Zinóviev y Kámenev habían pasado a la oposición: quien conocía bien las cuestiones rusas los colocaba desde febrero junto a Trotsky, a pesar de las recientes y violentas polémicas. ¡Pero ésta era la primera vez que se discutía públicamente la cuestión rusa, que era evidentemente la más alta cuestión del comunismo mundial! En febrero había sido obstaculizada. Por primera vez se plantea la cuestión: dado que la revolución europea no se ha producido, dediquémonos a convertir en socialista a Rusia. Esta es la fórmula de Stalin. Bujarin, que comprenderá más tarde y siempre demasiado tarde, está con él.

El primer desacuerdo es sobre los hechos: hasta 1924, hasta que Lenin estuvo vivo, esta divergencia no existió, todos eran del parecer de que la tarea era la de mantener el poder bolchevique y acelerar la revolución europea, y no veían un camino distinto para llegar al «socialismo» en Rusia. Stalin y los suyos sostienen por el contrario, como ya sabemos, que la tesis del «socialismo en un solo país» – como ellos malamente enuncian la pretensión de «socialismo en la sola Rusia» – habría sido enunciada por Lenin en 1915 y en 1917, y varias veces después de Octubre.

La contradicción es plena y potente. Stalin presenta sus tesis todavía con prudencia. Trotsky no pudo hablar hasta el final, perdió tiempo en la defensa de conocidos ataques personales, luego fue interrumpido por haber consumido el tiempo. Queda el discurso de Zinóviev, completo y teóricamente impecable. Por primera vez el conciliador, el acomodaticio Zinóviev, hace notar que se han hecho demasiadas concesiones y vuelve, como fuerte marxista, sobre el plano de los principios revolucionarios, que enuncia sin dudar y con demostración eficientísima. Concluirá diciendo: no estoy con vosotros, mayoría, no puedo aceptar vuestra línea, liberadme del cargo de presidente de la Internacional, mantenido durante tantos años. Este discurso es lo mejor del viejo compañero de Lenin: más adelante se arrepentirá, pero formalmente; después morirá por su línea de oposición, y a su lado, irreductible acusado, estará el otro marxista, Bujarin, que -aquí- fieramente le combate.

Stalin. Plantea la cuestión de la edificación del socialismo sobre la base de las solas fuerzas internas de la Unión Soviética. Luego se pregunta qué significa esto y explica: ¡Significa la victoria de las fuerzas proletarias sobre la burguesía rusa! Si esto no fuera posible deberíamos dejar el poder y convertirnos en partido de oposición. Tenemos el desplazamiento completo de la cuestión económica al plano político. La victoria política, dice Stalin, con la dictadura del proletariado la tenemos, o sea, tenemos la base política para el camino hacia el socialismo. Por tanto, ahora podemos
«crear una base económica del socialismo, los nuevos fundamentos económicos para la edificación del socialismo».

Hasta este punto Stalin domina su conversión teórica. Lenin había definido como desatino la «construcción del socialismo». Stalin habla de edificar no el socialismo, sino sus bases económicas. La fórmula todavía era aceptable.

- ¿En qué consiste la base económica del socialismo? Simple: en el capitalismo industrial.

Para ir más allá, nosotros negamos que el socialismo se edifique y que pueda surgir en Rusia sin la revolución socialista internacional. Nosotros no negamos que se pueda edificar en Rusia la base económica que antes faltaba para el futuro socialismo, o sea, la industria capitalista. En Rusia precisamente se está construyendo capitalismo, lo que está claro y es lógico, y es también en el sentido histórico un hecho revolucionario. Pero todo iría bien si no se pretendiese que las relaciones económicas y sociales surgidas desde 1926 hasta hoy (1955) sean propias de una sociedad socialista.

Zinóviev, al que se unió con mucho vigor y claridad Kámenev. La documentación de aquel, sobre todo basada en Lenin, de que antes de 1924 nadie había previsto la transformación socialista integral en la sola Rusia, es definitiva. Le demuestra a Stalin que también éste razonaba así. Su reconstrucción sobre Marx, Engels y Lenin, de las tesis sobre la internacionalidad de la revolución socialista y sobre el desarrollo desigual del capitalismo en el mundo, está en absoluta línea teórica con la expuesta por nosotros hasta aquí, o sea la única proponible. Finalmente la cuestión campesina es presentada por Kámenev en toda su claridad. Alianza del proletariado con el campesino en la revolución rusa es distinto a la utilización del campesino con fines socialistas: Luego, Kámenev reivindica luminosamente tal tarea para el partido de la clase obrera asalariada y demuestra haber identificado siempre dictadura de clase con la de partido, rechazando las acusaciones de liberalismo organizativo y fraccionismo. No menos decidido está sobre la cuestión del pesimismo o el optimismo sobre la revolución mundial. Finalmente su posición llega a ser la que en vano tantas veces le presentamos: el modo de dirigirse como revolucionario no depende de las situaciones, no se deforma según el viento.

Trotsky. Son aún más decisivos, en un discurso no por su culpa incompleto, su perspectiva sobre la revolución socialista y su confutación sobre el adocenado expediente polémico con Stalin: Entonces dejemos el poder.

Nosotros no admitimos una estabilización del capitalismo más que como ola precaria insertada entre las inevitables crisis y creemos en su hundimiento. ¿A qué distancia? Lo hemos esperado desde 1917 a 1926 cuando parecía más cercano que ahora. El partido proletario en Rusia, aún sin disimular que por si solo no puede llegar a la sociedad socialista, defiende el poder revolucionario y puede si es necesario defenderlo durante otros decenios, luchando contra las fuerzas de la burguesía mundial y contra sus tentativas de volver a tomar el poder en Rusia. Trotsky pone un limite de 50 años, haciendo reír animosamente a los duendes de la mayoría.

En la exposición resumida aquí, el relator desarrolló este dato, ilustrando el difícil punto de la previsión histórica. Osó decir que la tercera oleada contrarrevolucionaria estaba entonces justamente descontada, que 30 años han pasado desde aquel debate, y que otras cuentas de nuestras inducciones, que quizás muchos creen que no conviniese arriesgar, coinciden en una fecha sobre 1975 para una nueva tercera guerra universal y para el nuevo curso revolucionario proletario. Eso entona con el largo medio siglo del discurso de Trotsky.

Para acabar. El elaborado comentario de esta discusión de 1926, todo él dirigido a sostener la irritante tesis de que pueda convertirse en obra científica marxista del futuro, se detuvo en el discurso de Ercoli, que quiso darle al amordazado León el golpe de gracia. Aquel embistió contra el pesimismo oportunista, afirmó que ellos -los «centristas», decimos nosotros- tenían mucha más prisa y habrían retornado mucho antes sobre el desencadenamiento intransigente de la revolución europea. Ya que Ercoli es Togliatti, será divertida la confrontación de aquellas palabras con sus posiciones actuales, en el hecho y en la palabrería; la prueba es que Togliatti ve el curso de la sociedad italiana y europea (hoy que Trotsky ha sido suprimido) refractario como entonces, con una medida no de 50 sino de 500 años, poniendo a una distancia de años simplemente la entrada de su partido en un gobierno con los clericales, y prometiendo durante el medio siglo et ultra (y más allá), el respeto integral a la Constitución burguesa.

18 – Economía: Primer período, el llamado comunismo de guerra

Desde 1917 a 1921 el cañón de la carabina no dejó de escocer en las manos. ¿Cuál fue la fórmula económica? Deberíamos recordar innumerables episodios, de casi 40 años, para sostener la incansable campaña contra la insidiosa pretensión de que fuésemos a Rusia a ver lo que era el socialismo. El marxista no imita a Tomas, que quiso introducir los dedos en la herida del costado. Sabemos lo que será el socialismo, sin haberlo visto y sin la pretensión de verlo. En la reunión también fue expuesto un tema similar: el carnet del militante no es una entrada para el cine; no se devuelve el dinero por Taita de espectáculo.

Sin embargo, era hermoso oír en Moscú que no se pagaba el pan, el tranvía o el tren, y no ver comercios verdaderos y propios (hoy brillan mas luces que en Nueva York), salvo algún puestecillo de miel, oír bromear entre limón y millón, que se dice allí más o menos como aquí len Italia], oír que no se pagaba la casa (¡contra Engels!) y otras medidas. Esta situación ha sido descrita otras veces como comunismo de guerra, con evidente alusión a la guerra civil, dado que la mundial había acabado unos meses después, para Rusia, y aquí se hace referencia a todo el año 1920.

¿Quizás se entienda decir, con la expresión comunismo de guerra, que se hubiese considerado posible adoptar enseguida medidas comunistas, que sólo en un cierto punto se haya constatado que se trataba de una anticipación ilusoria y que, pasada la primera exaltación, se haya comenzado a definir mejor el fondo económico de la situación? Nunca ja más: el comunismo de guerra no es un hecho original de Rusia o de 1911, es universal y viejo. Tenía vigencia en toda ciudad asediada: al igual que el mantenimiento del ejército especialmente moderno se lleva a cabo con la fórmula no de economía individual, sino colectiva, y el soldado que en la Edad Media recibía un sueldo, en la época burguesa no tiene salario, así en las ciudades asediadas el mercado es sustituido por el racionamiento: los ratones capturados en las alcantarillas de París en 1870–71 no se cotizaban en la bolsa, sino que se repartían en especie.

- Comunismo de guerra: no porque en el poder estuviesen los comunistas y se desazonasen para poner en práctica a Marx o a Moro, sino porque Rusia, reducida en un cierto momento a un cerco de 200 kilómetros de diámetro en torno a Moscú, era como una ciudad asediada. Soldados y ciudadanos tenían que comer: grupos de obreros comunistas o soldados rojos iban al campo y tomaban el grano donde lo encontrasen, dejando o no un papel. Hitler en la última guerra ha hecho algo no muy distinto, y en forma más hipócrita lo han hecho aún los americanos, imprimiendo papel moneda. La fórmula: la guerre est la guerre (la guerra es la guerra), vale como ésta otra: je prends mon bien oú je le trouve (tomo lo que necesito donde lo encuentro).

19 – Segundo período: La nueva política económica

Este período, tanto en la reunión de Nápoles como de Genova, fue tratado utilizando como guía el famoso opúsculo de Lenin sobre el Impuesto en Especie de 1921 y un discurso de Trotsky sobre la NEP y sobre el capitalismo de Estado (véase el desarrollo del tema en los parágrafos 74 y siguientes en la II parte de la «Estructura económica y social de la Rusia actual», más adelante, donde aparecen las distintas citas).

Estos y otros textos bastan para probar que no existió, como parece habitualmente según la versión popular y abreviada, ninguna «rectificación del tiro», sino que se aplicaron datos y normas conocidos y reconocidos desde hace tiempo.

Pasar de la requisa del trigo con la tuerza armada a la tasación de un porcentaje que los campesinos debían pagar o entregar al Estado, solo expresa la diferencia contingente entre la situación en la que el Estado se dispone esencialmente para una defensa militar, contra los también enemigos de clase del campesino que trabaja, siembra y recolecta, pero las urgencias de la guerra no dan tiempo para tantas explicaciones; y una situación de menor emergencia en la que el Estado revolucionario comienza a hacer comprender al campesino que, por un lado, le paga también con servicios civiles y públicos que le hacen falta; por otro lado, puede dejarlo libre de vender a la luz del Sol todo cuanto no sea para su consumo directo, como lo hacia antes para la insuprimible red de los «especuladores». Insuprimible por una revolución económica no socialista, como era aquella.

Lenin, tan paciente como explícito, diseña el histórico cuadro, ante todo, con palabras que retoma de un escrito suyo de 1918, por tanto inmediatamente sucesivo a la toma del poder: ¿qué es ahora socialmente Rusia? En eso estamos.

En lugar de análisis completo, ahora se necesitan pocos apuntes. La acostumbrada explicación a los impacientes: «República Socialista Soviética» significa la decisión del poder soviético de realizar el pasaje al socialismo, y no significa efectivamente que ya sean socialistas los ordenamientos actuales. (Hoy está claro que no significa ya ni siguiera la primera cosa).

Si pasásemos al capitalismo de Estado sería un gran salto adelante, aún sin ser todavía efectivamente el socialismo. Luego, la famosa serie de elementos sociales del macrocosmos ruso: 1°) Economía campesina patriarcal natural. 2°) Pegueña producción agrícola mercantil. 3°) Capitalismo privado. 4°) Capitalismo de Estado. 5°) Socialismo. La lucha en 1921, establece Lenin, no está entre los escalones 4 y 5, sino entre el 2 y el 3 contra el 4 y el 5. El campesinado con el capitalismo privado, está contra el capitalismo estatal y el socialismo.

Luego viene la aclaración de la naturaleza del capitalismo de Estado, con el ejemplo de Alemania. Lenin dice. si nosotros sumásemos el poder político que tenemos en Rusia con el desarrollado capitalismo de Estado alemán, sólo entonces estaríamos en el camino al socialismo. Pero si esto no existe, nuestra meta es sólo un capitalismo de Estado que llegue (a largo plazo) a asemejarse al alemán. Lenin demuestra haber escrito todo esto en 1918.

El Estado revolucionario ruso no puede, pues, impedir el comercio privado de los productos agrarios. El intercambio, enuncia Lenin, es la libertad de comercio, es el capitalismo. Nada de asustarse.

Al lado de las industrias ya entonces controladas por el Estado, y con vistas a pasar las empresas más grandes a la gestión del Estado – o sea, de llegar al gran capitalismo de Estado – está permitida todavía en ese tiempo, además del artesanado, también la pequeña industria, y ambas admitidas para acceder al mercado libre, con intercambio monetario. ¿Existe el peligro económico de una reacumulación de capital privado? Ciertamente. ¿Se le puede hacer frente con la fuerza del poder político, y esto incluso en la hipótesis de concesiones de gestión industrial a empresas privadas extranjeras? Ciertamente, siempre para Lenin.

20 – Industrialismo de Estado

Una defensa de esta certeza política aparece en el citado discurso de Trotsky. Este afirma que el Estado soviético controla fábricas con un millón de obreros (1922), contra sólo 60 mil de las empresas libres menores. En los dos casos, en efecto, los obreros son asalariados, adquieren su consumo con moneda en el mercado libre; y las empresas estatales están sometidas jerárquicamente, pero con balance autónomo; o sea, deben observar la famosa regla, aún hoy reivindicada por los estalinistas, rentabilidad activa: deben entregar una ganancia, un beneficio, como regla, a las cajas estatales.

Económicamente le pareció a Trotsky que esto era una concesión a la contabilidad, a la teneduría de libros capitalista. Pero era y es, por el contrario, una plena concesión a la economía capitalista. Donde hay salario, moneda, beneficio de las ventas sobre los gastos, allí hay capitalismo, ya sea privado o de Estado.

Es en el plano político donde Trotsky tiene razón. La gran industria en manos del Estado significa la fuerza política y sobre todo militar. Según Lenin, económicamente hablando, el capitalismo de Estado sólo es el último escalón desde el cual se puede pasar al socialismo cuando en todo el campo se hayan superado los escalones pequeño-campesinos, mercantiles y privados. Pero es muy distinto que el Estado capitalista sea políticamente burgués o que sea proletario. En el segundo caso la gran industria y el comercio exterior mantenidos en monopolio (Lenin) son un factor (Trotsky) político de primer orden. Significa tener el ejército, el armamento y la posibilidad de parar las revueltas y la contrarrevolución. La posibilidad de esperar, dirá el Trotsky de 1926, al socialismo de occidente. Es todo esto y con un gran peso histórico; pero no es el socialismo, como no lo es la estatalización de Bismarck, de Ebert o de Hitler.

21 – Tercer período: Lucha contra el kulak

La NEP (Nueva Política Económica) significa campo libre para el comercio de los productos agrarios. Si la tierra estaba nacionalizada y estaba prohibida su adquisición, no se impedía sin embargo que se formase, con las ganancias de las ventas de los productos, un capital de ejercicio en la agricultura; aperos, simientes, abonos, ganado y también casas dentro de unos límites.

El capitalista rural o campesino rico podía resurgir y convertir en sus asalariados a los campesinos faltos de capital, aunque tuviesen un usufructo de tierra estatal. Se llegó hasta la teoría: esto no importa si del capitalismo privado agrario pudiésemos pasar también a la agricultura de Estado (entonces representada por raras empresas modelo), y fue lanzada la consigna de Bujarin: ¡Enriqueceos pues! Fue en 1928 cuando se reanudó la lucha contra los kulaks y se – apuntó a expropiarlos. El sistema de los «koljós» fue ocupando su lugar. Se dijo que el kulak había sido destruido: el Estado había podido hacerlo sin temer la revuelta en los campos tanto por la presión de los campesinos pobres como por la fuerza que les daba el desarrollo de la industrialización (planes quinquenales). Estudiada la estructura social de los koljós convendrá preguntarse: ¿A qué precio se ha pagado la derrota de los kulaks? ¿Ha sido verdaderamente un ascenso del escalón de la agricultura mercantil y del capitalismo privado agrario al capitalismo estatal en la agricultura?

Efectivamente, el sentido social del tercer período es éste. En la producción de manufacturas y en los servicios generales, difusión del capitalismo de Estado con potente ritmo, pero siempre sobre la base del asalariado y del intercambio monetario, incluso en el sector del comercio de Estado. En la producción agrícola, coexistencia de estas formas: 1°) Cierto grado de capitalismo de Estado, limitado a las empresas soviéticas. 2°) Cooperativismo privado, en las tierras comunes del koljós. 3°) Economía mercantil en el pequeño campo individual del koljósiano y, junto a éste, aún, un escalón inferior de economía natural familiar. ¿Esta forma es más evolucionada que las agriculturas en los países burgueses – en las que el escalón socialista está ausente – ? También esto es discutible.

22 – Las dos Constituciones: 1918 y 1936

Especial relieve le damos a la confrontación entre las dos constituciones de la República de los Soviets. la de 1918, inmediatamente después de la revolución bolchevique, y la de 1 936, ya declarada como correspondiente a una consolidación de las formas sociales soviéticas, a las que se dio la definición de socialismo. La Constitución de 1918 se fundamenta en la «declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado» formulada por el partido el 3 de enero de 1918 y ratificada por el III Congreso de los Soviets en el mismo mes; el texto entero fue adoptado por el V Congreso el 10 de Julio de 1918.

La diferencia dialéctica entre los dos textos es ésta: en 1918 el socialismo es el objetivo que debe ser alcanzado por el Estado proletario, y ésta es la constitución de la dictadura, la constitución verdaderamente revolucionaria. En 1936 el «socialismo» se considera como conquista realizada, la constitución deviene en un hecho estático, se declara establemente democrática, cuando por el contrario es la expresión histórica y jurídica de una situación conservadora. El análisis completo demuestra hasta la evidencia esta antítesis insuperable, de la que aquí se dan sólo algunos apuntes.

En 1918 se declara, en epígrafe, que el trabajador está todavía explotado. Se definen las tareas del Estado político que los trabajadores han fundado: supresión de la explotación (que existe) y de la división de la sociedad en clases (que existen) – victoria del socialismo y organización de la sociedad socialista «en todos los países» (que todavía no existe) – exterminio de los explotadores (que aún existen).

Las medidas económicas inmediatas no son socialistas: nacionalización de la tierra, de las aguas, del subsuelo – control obrero y estatal de la industria con el fin de asegurar el poder de los trabajadores sobre los explotadores (que por lo tanto existen)- anulación de las deudas del Estado – banca de Estado – trabajo obligatorio – armamento de los trabajadores y desarme de las clases poseedoras (que por lo tanto aún existen). El capitulo tercero establece la condena de la guerra imperialista, de la opresión colonial y de la opresión nacional. El IV proclama que los explotadores no pueden de ningún modo participar en el poder.

Toda la parte acerca del engranaje de los Consejos se basa en la posición diferente entre proletarios urbanos y campesinos. En la composición de los Soviets de distrito y por consiguiente en la del Soviet central, un voto obrero equivale a cinco votos campesinos: esto establece que la dictadura, aún apoyándose en dos clases, le da totalmente el puesto de clase dominante a los asalariados auténticos; su sentido es el de que durante toda la fase histórica – que no podrá cerrarse más que después del triunfo de una revolución internacional – de la supresión de las formas burguesas, los estratos pequeño-burgueses están sometidos al proletariado asalariado, a quien en una dictadura plenamente socialista pertenecerá todo el poder hasta la desaparición de las clases y del Estado.

En 1936 la constitución, bajo el pretexto de que la transformación social está mucho más avanzada y la explotación abolida, llega a ser totalmente desnaturalizada. En su momento desarrollaremos la descripción de la sociedad soviética, como una sociedad fundada en dos únicas clases: obreros y campesinos (no son considerados como una verdadera clase los intelectuales, cosa que es correcta). Ahora bien, una de dos: o no existen ya clases burguesas, y entonces la dictadura debe continuar en manos de los obreros. o existen, y la dictadura contra los burgueses debe continuar y también la mayor participación en ella de los obreros respecto a los campesinos. Por el contrario, con el pretexto de que las clases explotadoras han sido abolidas, el sufragio es extendido a todos, en total conformidad con el modelo jurídico burgués: es proclamado universal, igual, directo y secreto, jactándose de haber proclamado la constitución más democrática del mundo actual (lo cual es verdad).

Dictadura significa sufragio no universal, sino de clase. En la república de Lenin el sufragio era plural, no igual: un proletario verdadero vale lo que cinco cultivadores pobres.

Era indirecto, no directo: de la aldea al distrito, de la provincia al Estado: Unica forma en que la separación burguesa entre poder legislativo y ejecutivo es abolida: El voto era público, no secreto, como en las reuniones de la Comuna de París elevada a modelo por Marx y Lenin. La constitución de 1936 es plenamente democrática porque es la de una república burguesa.

En su momento trataremos sobre el pretendido compromiso de Lenin de volver a dar, a corto plazo, el voto a todos. La dictadura debía durar, según Lenin, hasta la República Socialista en Europa: después ésta será abolida porque se abolirá el Estado, y cuando éste quede abolido desaparecerá con él toda democracia y sufragio.

23 – Derecho civil soviético actual

El estudio de la nueva constitución en relación al código civil sirve para señalar cuántas formas sobreviven, cuyo contenido es de ganancias y no de trabajo, y por tanto de la «explotación» que se afirma que ya está suprimida.

Los artículos básicos declaran que, después de la liquidación del sistema capitalista de la economía, está vigente una doble forma de «propiedad socialista» (conocemos una única forma socialista: la no-propiedad): una estatal; la otra, cooperativa koljósiana (de los koljós individuales).

Son propiedad del Estado la tierra, el subsuelo, las aguas, las fábricas, las oficinas, los bancos, las grandes empresas agrarias estatales (sovjos) y el
«complejo fundamental del patrimonio inmobiliario en las ciudades y en las áreas industriales».
Son (se explica) «patrimonio del pueblo entero». Ahora bien, mientras que exista el Estado obrero, existirá un patrimonio del Estado; pero no será patrimonio del pueblo, sino de clase. Cuando no haya clases no habrá propiedad ni patrimonios. Las palabras tienen su peso, donde encuentres pueblo, encuentras sistema burgués.

La tierra, incluso del koljós, es estatal; la propiedad del koljós es la empresa cooperativa, con los aperos y provisiones vivas o muertas y con inmuebles sociales. A esto se le llama propiedad socialista, cuando por el contrario es propiedad – de un capital, y además de los inmuebles (construcciones) – que ni siquiera es estatal, sino de una cooperativa privada.

Además cada familia perteneciente al koljós no tiene la tierra en propiedad sino en usufructo. Tiene además en propiedad personal (art. 7) la empresa auxiliar implantada en su parcela: la vivienda; el ganado productivo, los animales de corral y un pequeño inventario agrícola.

No basta: en el art. 8 está ratificada la propiedad privada personal de los pequeños campesinos y de los artesanos, con exclusión de trabajo ajeno.

Detengámonos ahora sobre el peso de la propiedad estatal, aunque sea con forma no socialista, sino de capitalismo de Estado. Se admite que en la industria de los productos manufacturados (con grave reserva para la construcción en general) éste sea total, omitiendo todo lo que pueda haber de pequeñas industrias privadas y admitiendo también que en Rusia la producción artesanal no ha tenido nunca un peso relevante.

¿Pero cuál es la verdadera propiedad estatal en la agricultura, entendiendo que aquí no se habla de la tierra-patrimonio sino del capital invertido en la tierra? Sólo es el sector de los sovjos y de las estaciones o depósitos de máquinas. Ahora bien, se admite que estos (los sovjos) tienen una pequeña parte, quizás la décima, respecto al sector «koljós».

Otra décima parte está en forma de pequeña propiedad campesina, entre natural y mercantil, todavía propiedad personal, y naturalmente debe aún elevarse a capitalismo, también estatal.

Queda el imponente sector de los koljós. ¿Cuánta tierra es de las unidades koljós y cuanta de las empresas familiares libres? Pongamos (en este breve estudio) la mitad, mitad el trabajo, mitad el capital móvil. Evidentemente mucho más de la mitad de la fuerza de trabajo agraria de la población se desarrolla todavía en formas que son o naturales o mercantiles libres, y menos de la mitad en la forma cooperativa de koljós, que es siempre una forma de empresa privada capitalista aunque sea colectiva, y que aún pagando impuestos al Estado, dispone de su producto y tiene su balance fundado en el beneficio de empresa.

Así pues, más de la mitad de la agricultura rusa está por debajo del nivel del capitalismo privado, menos de la mitad está en ese nivel y una décima parte quizás al nivel del capitalismo de Estado. Como además todos los productos se comercializan en moneda (ver «Dialogato con Stalin») [«Dialogo con Stalin»] no está en ningún sentido en el escalón «socialista».

Añadamos la relación entre población industrial y agraria y veremos lo alejada que está Rusia del capitalismo integral de Estado: escalón desde el cual se puede – salvo condiciones políticas ya falsificadas – pasar al socialismo. En su momento daremos la confrontación de estos índices con los de países capitalistas como Alemania o América.

24 – Industria de la construcción

Este es un punto delicado. Como en todo país moderno, la parte más viva del potencial capitalista se dirige hoy a la construcción privada y pública, entendida no como relación entre los solos edificios habitables sino con toda manufactura y servicio público:. carreteras, ferrocarriles, canales, centrales, presas, etc. ¿Cómo funciona en Rusia tal mecanismo? ¿a través sólo de órganos estatales y de empresas que responden de sus ganancias al Estado?

Para resolver esta cuestión debemos revelar que en todo el mundo, en este campo, la empresa privada capitalista ya está totalmente mimetizada. No tiene propiedad inmobiliaria titular, no tiene establecimientos ni fábricas, no tiene sede fija, no tiene titulares conocidos, tiene talleres de obras volantes y maquinaria relativamente insignificante respecto a los colosales movimientos de negocios. No tiene ni siquiera capital financiero, capital que el Estado y en su nombre la banca pone a su disposición sobre la única base del «proyecto». Aquí tiene lugar el idilio moderno más dulce entre la iniciativa privada y el monopolismo estatal. En sus nueve décimas partes es en esta forma, tanto en la paz como en la guerra, como el capital, más que nunca anónimo tal como Marx lo describió, infecta a la humanidad.

Debemos hacer notar que en el derecho civil ruso, mientras que el Estado concede la tierra agraria en usufructo incluso perpetuo, la forma es más compleja cuando se trata de los suelos urbanos y de las manufacturas urbanas. Hay un sector municipalizado, que coincide con la vieja forma capitalista de reforma urbanística. Pero también desde este sector se hacen amplias concesiones de construcción que -como a los burgueses en los bienes del Estado, costes, transportes, etc.- conllevan una lejana restitución a la administración pública después de una larguísima «amortización».

Un examen más amplio de este punto establecerá que en este campo, que absorbe las máximas inversiones del capital que amasa el Estado industrial, librador de trabajo a costa de un proletariado con escaso consumo, tiene una amplia generación de plusvalor y beneficio privado subterráneo.

- Por otro lado, el derecho civil consiente la posesión privada de toda una vasta gama de bienes individuales: casas, villas, parques, objetos de arte, mobiliario, colecciones y además, de títulos fructíferos del Estado, cuentas corrientes de ahorro, dinero líquido acumulado y así sucesivamente. -Sobre este tema en particular, cf. «Propietà y Capitale»«Propiedad y Capital» – en los números 10–14/I serie y 1–4/II serie de la revista «Prometeo», 1948–1952, pero sobre todo la entrega № 1 de la serie II.

25 – Propiedad y usufructo

Cuando el Estado tiene la propiedad titular y el control de la tierra, los suelos, las fábricas, las manufacturas de todo género y los yacimientos, etc., y concede a diferentes niveles su usufructo conservando una propiedad teórica y simbólica, está claro que no tenemos un sistema socialista.

Incluso en el derecho común y en la economía financiera es fácil demostrar que propiedad y usufructo coinciden: el hecho real es el segundo, y se vuelve a llegar al primero con un simple proceso cuantitativo.

La explotación con respecto a la propiedad es lo que el rendimiento con respecto al capital, el interés respecto al dinero puesto en movimiento. La propiedad el capital, y el dinero representado en un titulo y guardado bajo una campana de vidrio no quitan el hambre a nadie. Son apetecibles siempre que tengan un uso: renta, ganancia e interés. Tienen un valor estimable en la medida en que el cálculo parta de un cúmulo de usufructos adquiribles en un futuro cierto. ¿Recordáis a Petty? ¿Por qué vale la tierra veinte rentas (capitalizando la renta a una media de un 5 %)? Porque -decía- éste es el tiempo de vida entre dos generaciones de trabajadores manuales. Hoy, con las habituales formas de interés compuesto, sabemos que el capital cien deriva del interés cinco no porque se tenga viente años de interés, sino porque los años son tantos y tantos, a vista de ojo, y la tasa de cinco liras vale tanto menos cuanto más lejanos: todas sumadas tenemos cien.

Esto quiere decir: mantened la propiedad y dadme el usufructo, lo habré obtenido todo. Con la «desnuda propiedad», vosotros donantes o el Estado donante permanecéis a cero. Todo esto es verdad incluso para el «usufructo vitalicio»: para un hombre joven, con las tablas de la probabilidad se estima que vale más del 90 %, el resto es lo que se atribuye al goce de la propiedad. Quitar la propiedad y distribuir el usufructo es burlarse del socialismo. Explicamos que abolir la propiedad de los medios de producción, como los rusos se jactan de haber hecho, no tiene otro sentido que el de abolir la propiedad de los productos. Pero los medios son propiedad, los productos son usufructos; el socialismo – que es abolición de la propiedad jurídica en tanto en cuanto es abolición del usufructo físico- apenas es proyectado hacia el futuro. Disfrute no es más que consumo sin trabajo. Queremos quitar la propiedad a los explotadores para que no la disfruten. En 1918 escribimos algo aún mejor: los teníamos que exterminar. Hoy los tratamos con disfrute… socialista. – Sobre «el viejo Petty» y el «valor del suelo», cf. «Stegoneria della rendita fondiaria» [«Magia de la renta de la tierra» y «Ella, él y el otro». («La tierra, el dinero y el capital»)], en los n°s. 22 y 23/1953 de «Il Programma Comunista».

26 -¿A dónde va Rusia?

Ella, que se jacta de estar en el socialismo, va precipitadamente al capitalismo. Tiene que volver a ganar siglos. Solamente podemos citar dos cifras en esta síntesis: en plena guerra civil estaba aún a un tercio de su eficiencia de 1914: en 1936, se declaraba que había aumentado unas siete veces con respecto a 1914. Por lo tanto en dieciséis años, aproximadamente, el capital había aumentado veintiuna veces desde su comienzo. Es decir, un 2100 %. Un ritmo (desconocido para la historia) de acumulación progresiva que indudablemente se ha mantenido y acrecentado hasta la guerra de 1939–45 e incluso posteriormente. Este capital de Estado invierte tanto más, cuanto menos consume una burguesía que como personas se nos presenta ahora como ausente. La plusvalía no se divide entre el consumo de la clase poseedora y la reinversión en la producción. Todo es nueva inversión, salvo las villas, los cuadros y las colecciones. Por tal motivo permanece clavado el nivel de vida y la jornada de trabajo del proletariado. Construir, armar, reconstruir, industrializar, engullen todo. Al sacrificio de su nivel de vida, el proletariado ruso ha añadido el de la vida misma, que es una plusvalía potencial descontada al banco de la II guerra, regalado a los aliados del imperialismo democrático.

En los años heroicos matábamos a los burgueses, pero no para hacer socialismo: para hacer más y más velozmente capitalismo. La historia sabe cuáles son sus vías. Si hubiésemos sabido que la revolución rusa debía ser así, en su curso futuro, igualmente la hubiésemos propugnado y aplaudido.

El fenómeno hoy contrarrevolucionario no es esta carrera hacia la industrialización y esta tremenda velocidad de acumulación; y mucho menos su relanzamiento sobre Asia. El fenómeno contrarrevolucionario está por encima de todo en la máscara del susodicho socialismo conquistado, está en la destrucción de la potencialidad proletaria mundial hacia la auténtica conquista socialista, está en la posibilidad dada a todos los capitalismos de persistir bajo las oleadas de terremotos históricos y remachada en las campañas pacifistas, en las vergonzosas disputas emulatívas.

Deberemos y deberán las generaciones proletarias venideras afrontar el capitalismo de occidente en una batalla que deberá ser teórica antes que armada. Mientras el de Oriente se jacta de «pleno empleo» en ciudades y campos semi hambrientos, los sátrapas de Occidente y de la otra parte del Atlántico se jactan, robándonos el secreto y el lenguaje marxista, de haber llegado multiplicando la productividad del trabajo hasta el automatismo (que ellos descubren hoy en nuestras páginas de hace un siglo, donde fue sinónimo de capitalismo) y multiplicando aún más con necesidades artificiales y superfluas el volumen de consumo, a base de crédito y no pagadas por nadie -para exaltar el bienestar y el nivel de vida, para reducir la jornada de trabajo. El «Boom» que conduce al día viernes negro.

Pero no es demasiado una generación para que la clase obrera reivindique de nuevo todo el campo de la exaltada productividad, de una producción orgánica con un consumo racional, de una muy drástica disminución del trabajo, y venza a las monstruosas máquinas de Oriente y Occidente. No es demasiado una generación de validez laborable, en los veinte años del viejo Petty, desde ahora, 1955. El tema completo de «Las grandes cuestiones históricas…» volverá a retomarse en el № 21/1957 de «Il Programma Comunista», en el 40 aniversario de Octubre, en «Quarant’anni di organica valutaziones deqli eventi de Rusia nel drammatíco svolgimento sociale e storico internazionale» [«Cuarenta años de valoración orgánica de los eventos de Rusia en el dramático desarrollo social e histórico internacional»].

Notes:
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  1. Nota de la traducción: Mir: Palabra rusa que significa: mundo, paz, comunidad. Era la comunidad formada por los campesinos de una aldea de Rusia. Los campesinos asociados se repartían periódicamente las tierras de la comunidad y respondían colectivamente del pago de los impuestos. [⤒]


Source: «Il Programma Comunista», n.15, 26 agosto – 8 settembre; n.16, 9–23 settembre 1955 [Traducido en: «Las grandes cuestiones históricas de la revolución en Rusia», «El Comunista», Madrid 1997]
En la primavera de 2021 se realizaron algunas correcciones de errores. sinistra.net

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