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TESIS DE ROMA


Content:

Tesis sobre la táctica del Partido Comunista de Italia (Tesis de Roma – 1922)
I. Naturaleza orgánica del partido comunista
II. Proceso del desarrollo del partido comunista
III. Relaciones entre el partido comunista y la clase obrera
IV. Relaciones del partido comunista con otros movimientos políticos proletarios
V. Elementos de la táctica del partido comunista extraídos del examen de las situaciones
VI. Acción táctica «indirecta» del partido comunista
VII. Acción táctica «directa» del partido comunista
Notes
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Tesis de Roma – 1922

Tesis sobre la táctica del Partido Comunista de Italia

Las tesis siguientes tienen por objeto el problema general de los modos y criterios que deben regir el desarrolló de la acción del partido comunista para la realización de su programa y el logro de sus metas, como también el problema del método con el cual el partido determina la naturaleza y la dirección de sus movimientos y de sus iniciativas. Los aspectos particulares de este problema relacionados con ciertas esferas de la actividad del partido (cuestión parlamentaria, sindical, agraria, nacional y colonial, etc.) no están considerados aquí en particular, siendo objeto de otras discusiones y resoluciones de los congresos internacionales y nacionales.

Las tesis siguientes tienen como punto de partida el programa adoptado por el Partido Comunista de Italia en Liorna, en cuanto expresión y resultado de la doctrina y del método critico propios de la Internacional Comunista y del partido, y que reproducimos aquí:

«El Partido Comunista de Italia (Sección de la Internacional Comunista) está constituido sobre la base de los siguientes principios:
1. – En el actual régimen social capitalista se desarrolla una contradicción siempre creciente entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, dando lugar a la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía dominante.
2. – Las actuales relaciones de producción están protegidas y defendidas por el poder del Estado burgués que, fundado sobre el sistema de la democracia, constituye el órgano para la defensa de los intereses de la clase capitalista.
3. – El proletariado no puede romper ni modificar el sistema de las relaciones capitalistas de producción del que deriva su explotación, sin la destrucción violenta del poder burgués.
4. – El órgano indispensable de la lucha revolucionaria del proletariado es el partido político de clase.El partido comunista, reuniendo en su seno la parte más avanzada y consciente del proletariado, unifica los esfuerzos de las masas trabajadoras, dirigiéndolos de las luchas por intereses de grupos y por resultados contingentes a la lucha por la emancipación revolucionaria del proletariado.El Partido tiene la tarea de difundir en las masas la conciencia revolucionaria, de organizar los medios materiales de acción y de dirigir, en el desarrollo de la lucha, al proletariado.
5. – La guerra mundial, causada por las intimas e incurables contradicciones del sistema capitalista, que originaron el imperialismo moderno, ha abierto la crisis de disgregación del capitalismo en la cual la lucha de clase no puede más que resolverse en conflicto armado entre las masas trabajadoras y el poder de los Estados burgueses.
6. – Después del derrocamiento del poder burgués, el proletariado no puede organizarse en clase dominante más que con la destrucción del aparato del Estado burgués y con la instauración de la propia dictadura, esto es, basando la representación del Estado sobre la clase productora y excluyendo de todo derecho político a la clase burguesa.
7. – La forma de representación política en el Estado proletario es el sistema de los Consejos de los trabajadores (obreros y campesinos), ya existentes en la Revolución rusa, inicio de la Revolución proletaria mundial y primera realización estable de la dictadura proletaria.
8. – La necesaria defensa del Estado proletario contra todas las tentativas contrarrevolucionarias sólo puede ser asegurada privando a la burguesía y a los partidos hostiles a la dictadura proletaria de todo medio de agitación y de propaganda política, y con la organización armada del proletariado para rechazar los ataques internos y externos.
9. – Sólo el Estado proletario podrá aplicar sistemáticamente todas las sucesivas medidas de intervención en las relaciones de la economía social con las cuales se efectuará la substitución del sistema capitalista por la gestión colectiva de la producción y de la distribución.
10. – Como resultado de este transformación económica y de las consiguientes transformaciones de todas las actividades de la vida social, eliminada la división de la sociedad en clases, irá incluso eliminándose la necesidad del Estado político, cuyo engranaje se reducirá progresivamente al de la administración racional de las actividades humanas.«

I. Naturaleza orgánica del partido comunista

1. – El Partido Comunista, que es el partido político de la clase proletaria, se presenta en su acción como una colectividad operante con una dirección unitaria. Los estímulos iniciales que conducen a los elementos y grupos de esta colectividad a encuadrarse en un organismo de acción unitaria son los intereses inmediatos que las condiciones económicas suscitan en grupos de la clase trabajadora. Una característica esencial de la función del partido comunista es el empleo de las energías así encuadradas para el logro de objetivos que, al ser comunes a toda la clase trabajadora y al estar situados al término de toda la serie de luchas, superan – integrándolos – los intereses de los grupos particulares y las reivindicaciones inmediatas y contingentes que la clase trabajadora pueda plantearse.

2. – La integración de todos los impulsos elementales en una acción unitaria se manifiesta a través de dos factores principales: uno de los cuales es de conciencia crítica del cual el partido extrae su programa; el otro de voluntad, que se expresa en la organización disciplinada y centralizada del partido, que es el instrumento de su acción. Seria erróneo considerar a estos dos factores, de conciencia y de voluntad como facultades que puedan obtenerse o deban exigirse de cada individuo, ya que sólo se realizan por medio de la integración de la actividad de muchos individuos en un organismo colectivo unitario.

3. – A la precisa definición de la conciencia teórico-crítica del movimiento comunista, contenidas en las declaraciones programáticas de los partidos y de la Internacional Comunista, como a la organización de los primeros y de la segunda, se ha llegado y se llega a través del examen y del estudio de la historia de la sociedad humana, y de su estructura en la presente época capitalista, desarrollados con los datos, las experiencias de la lucha proletaria real, y en la activa participación en la misma.

4. – La proclamación de estas declaraciones programáticas, como también la designación de los hombres a los cuales se les confían los diferentes puestos de la organización del partido, resultan formalmente de una consulta democrática de congresos representativos del partido, pero en realidad deben ser vistas como un resultado del proceso real que, al acumular los elementos de la experiencia y al realizar la preparación y la selección de los dirigentes, da forma al contenido programático y a la constitución jerárquica del partido.

II. Proceso del desarrollo del partido comunista

5. – La organización del partido proletario se forma y se desarrolla en la medida en que existe – por la madurez de la evolución de la situación social – la posibilidad de una conciencia y de una acción colectiva unitaria en el sentido del interés general y último de la clase obrera. Por otra parte, el proletariado aparece y actúa en la historia como clase cuando toma forma precisamente la tendencia a dar se un programa y un método común de acción, y a organizar por lo tanto un partido.

6. – El proceso de formación y de desarrollo del partido proletario no presenta una marcha continua y regular; en los planos nacional e internacional, es susceptible de atravesar fases muy complejas y períodos de crisis general. Muchas veces se ha verificado un proceso de degeneración, por el cual la acción de los partidos proletarios ha perdido o se ha ido alejando – en vez de acercarse – de aquel carácter indispensable que es la actividad unitaria inspirada en las máximas finalidades revolucionarias; en esos casos, dicha actividad se ha ido fraccionando al dedicarse a satisfacer intereses de grupos obreros limitados o al logro de resultados contingentes (reformas), a costa de adoptar métodos que comprometían el trabajo por las finalidades revolucionarias y la preparación del proletariado para éstas. Por este camino, los partidos proletarios han llegados a menudo a abrir las filas de su organización a grupos de elementos que no podían aún situarse sobre el terreno de la acción colectiva unitaria y maximalista. Este hecho siempre se acompañó con una revisión deformadora de la doctrina y del programa, y con un relajamiento de la disciplina interna, de manera que en vez de tenerse un estado mayor de jefes aptos y decididos para la lucha se entregó el movimiento proletario en manos de agentes encubiertos de la burguesía.

7. – En una tal situación, el retorno a la organización del verdadero partido de clase, bajo la influencia de nuevas situaciones y de los acontecimientos que incitan a la clase obrera a la acción, se efectúa bajo la forma de una escisión de una parte del partido, que a través de la controversia sobre el programa, de la crítica de las experiencias desfavorables de la lucha, y de la formación en el seno del partido de una escuela y de una organización con su jerarquía propia (fracción), reconstituye la continuidad de vida de un organismo unitario fundada en la posesión de una conciencia y de una disciplina, de la que surge el nuevo partido. En general, éste es el proceso que ha conducido desde la bancarrota de los partidos de la Segunda Internacional al surtimiento de la Tercera Internacional Comunista.

8. – Por la comodidad del análisis, el desarrollo del partido comunista después del desenlace de una crisis semejante, y a reserva de posibles fases criticas ulteriores producidas por nuevas situaciones, puede ser definido como «normal». Presentando la máxima continuidad en la defensa del programa y en la vida de la jerarquía dirigente (por encima de las sustituciones personales de jefes infieles o desgastados),el partido desarrolla también el máximo de trabajo eficaz y útil para ganar al proletariado para la causa de la lucha revolucionaria. No se trata aquí simplemente de producir un efecto de carácter didáctico sobre las masas, y mucho menos de la veleidad de exhibir un partido intrínsecamente puro y perfecto, si no de obtener precisamente el máximo rendimiento en el proceso real por el cual (como se verá más adelante) se efectúa el desplazamiento de la acción de un número cada vez mayor de trabajadores del terreno de los intereses parciales e inmediatos al terreno orgánico y unitario de la lucha por la revolución comunista, por medio del trabajo sistemático de propaganda, de proselitismo y sobre todo de activa participación en las luchas sociales. Sólo cuando existe una continuidad semejante es no solamente posible vencer las vacilantes desconfianzas del proletariado hacia el partido, sino también encauzar y encuadrar rápida y eficazmente las nuevas energías adquiridas en el terreno del pensamiento como de la acción comunes, creando esa unidad de movimiento que es una condición indispensable de la revolución.

9. – Por las mismas razones, debe ser considerado como un procedimiento completamente anormal el de incorporar al partido otros partidos o desprendimientos de partidos. El grupo que se había distinguido hasta un determinado momento por una posición programática diferente y por una organización independiente, no aporta un conjunto de elementos útilmente asimilables en bloque, sino que viene a alterar la solidez de la posición política y de la estructura interna del viejo partido, de modo que el aumento de efectivos numéricos está lejos de corresponder a un aumento de la fuerza y de la potencialidad del partido, y podría alguna vez paralizar su labor de encuadramiento de las masas en lugar de facilitarlo.

Es deseable que se afirme con la mayor rapidez que la derogación de los dos principios organizativos fundamentales es inadmisible en el seno de la organización comunista mundial: no puede existir en cada país más que un único partido comunista, y no se puede adherir a la Internacional Comunista más que por la vía de la admisión individual en el partido comunista del país dado.

III. Relaciones entre el partido comunista y la clase obrera

10. – La delimitación y definición de los caracteres del partido de clase, que son la base de su estructura constitutiva en cuanto órgano del sector más avanzado de la clase proletaria, no sólo no impiden sino que exigen que el partido deba estar estrechamente relacionado con el resto del proletariado.

11. – La naturaleza de estas relaciones resulta del modo dialéctico de considerar la formación de la conciencia de clase y de la organización unitaria del partido de clase. Este conduce a una vanguardia del proletariado del terreno de los movimientos espontáneos parciales, suscitados por los intereses de grupos, al terreno de la acción proletaria general; pero no lo logra negando aquellos movimientos elementales, sino integrándolos y superándolos a través de la experiencia viva, incitando a su realización, tomando parte activa en ellos, siguiendo atentamente todo su desarrollo.

12. – La obra de propaganda ideológica y de proselitismo para su milicia, que el partido realiza constantemente, es inseparable pues de la acción real y de todo el desarrollo del movimiento proletario. Es un error banal el considerar contradictoria la participación en luchas por resultados contingentes y limitados con la preparación de la lucha revolucionaria final y general. La existencia misma del organismo unitario del partido, con las indispensables condiciones de claridad programática y de sólida disciplina organizativa, da la garantía de que jamás se atribuirá a las reivindicaciones parciales el valor de fin en si mismas, y se considerará la lucha para lograr las sólo como un medio para adquirir experiencias y entrenamiento para la útil y eficaz preparación revolucionaria.

13. – El partido comunista participa pues en la vida organizativa de todas las formas de organización económica del proletariado que están abiertas a los trabajadores de toda fe política (sindicatos, consejos de fábrica, cooperativas, etc.). Una posición fundamental para el útil desarrollo de la obra del partido es la de sostener que todos los órganos de tal naturaleza deben ser unitarios, es decir, comprender a todos los trabajadores que se encuentran en una situación económica especifica. El partido organiza a sus miembros que forman parte de ellos en grupos o células ligadas a su propia organización; es por su intermedio que el partido participa en la vida de estos organismos, participando en primera línea en las acciones de los órganos económicos de los que forman parte, estos grupos atraen hacia si, y por lo tanto hacia las filas del partido, a los elementos que en el desarrollo de la acción han madurado para ello. Ellos tienden a conquistar en acción han madurado para ello. Ello tienden a conquistar en sus organizaciones el respaldo de la mayoría y los cargos electivos, convirtiéndose así en la correa de transmisión natural de las consignas del partido. De esta forma se realiza todo un trabajo que es de conquista y de organización, que no se limita al trabajo de propaganda y de proselitismo y de campañas electorales internas en las asambleas proletarias, sino que se desarrolla sobre todo al calor de la lucha y de la acción, ayudando a los trabajadores a extraer las experiencias más útiles.

14. – Todo el trabajo y el encuadramiento de los grupos comunistas tiende a dar al partido el control definitivo de los órganos dirigentes de los organismos económicos, y en primer lugar el de las centrales sindicales nacionales que se revelan como el instrumento más seguro de dirección de los movimientos del proletariado que no está encuadrado en las filas del partido. Considerando que su máximo interés está en evitar las escisiones de los sindicatos y de los otros órganos económicos, mientras su dirección esté en manos de otros partidos y corrientes políticas, el partido comunista no establecerá que en la ejecución de los movimientos dirigidos por tales organismos sus militantes se comporten en oposición a las disposiciones de estos en lo que se refiere a la acción, realizando no obstante la crítica más abierta de la acción misma y de la obra de los dirigentes.

15. – Además de participar de esta manera en la vida de los organismos proletarios que surgen naturalmente por la presión de reales intereses económicos, y además de favorecer su extensión y fortalecimiento, el partido se esforzará para que su propaganda ponga en evidencia los problemas de real interés para los obreros que pueden dar lugar – en el desarrollo de las situaciones sociales – a nuevos organismos de lucha económica. Con todos estos medios, el partido amplia y refuerza la influencia que por miles de lazos se extiende desde sus filas organizadas a todo el proletariado, aprovechando para ello todas sus manifestaciones y posibilidades de manifestaciones en la actividad social.

16. – Seria totalmente errónea la concepción que fundase el organismo partido en la exigencia de una perfecta conciencia crítica y de un completo espíritu de sacrificio en cada uno de sus adherentes considerados individualmente, y que limitase las capas de la masa ligadas al partido a uniones revolucionarias de trabajadores, uniones que estarían formadas en el campo económico con un criterio escisionista, y que incluyesen únicamente a los proletarios que aceptan determinados métodos de acción. Por otra parte, no se puede exigir que a plazo fijo, o en la víspera del inicio de acciones generales, el partido haya llenado el requisito de

encuadrar bajo su dirección, o simplemente en sus propias filas, a la mayoría del proletariado. Semejante exigencia no puede ser presentada a priori prescindiendo del real desenvolvimiento dialéctico del proceso de desarrollo del partido, y no tiene ningún sentido – ni siquiera teórico – confrontar el número de proletarios encuadrados en la organización disciplinada y unitaria del partido (o bajo su influencia) con el número de proletarios desorganizados y dispersos, o que están a la zaga de organismos corporativos incapaces de cohesión orgánica.

A continuación, se tiende a definir cuáles son y cómo pueden establecerse las condiciones que deben regir las relaciones del partido con la clase obrera, para hacer posibles y eficaces determinadas acciones.

IV. Relaciones del partido comunista con otros movimientos políticos proletarios

17. – Por estar organizada en otros partidos políticos, o bien por simpatizar con estos, una parte del proletariado es especialmente reacia a encuadrarse en las filas y en torno al partido comunista. Todos los partidos burgueses tienen adherentes proletarios, pero aquí nos interesan sobre todo los partidos social demócratas y las corrientes sindicalistas y anarquistas.

18. – Debe desarrollarse una crítica incesante de los programas de estos movimientos, demostrando su insuficiencia para la emancipación proletaria. Esta polémica teórica será tanto más eficaz cuanto más pueda demostrar el partido comunista que las criticas a tales movimientos hechas desde hace tiempo por él, y desarrolladas según sus propias concepciones programáticas, son confirmadas por la experiencia proletaria. Por esta razón, en dichas polémicas no se debe enmascarar la divergencia de métodos, no sólo respecto a los problemas del momento, sino también a los desarrollos ulteriores de la acción del proletariado.

19. – Por otra parte, esas polémicas deben reflejarse en el campo de la acción. Participando en las luchas de los organismos económicos proletarios dirigidos por los socialistas, sindicalistas o anarquistas, los comunistas no se negarán a acompañar la acción de los mismos, salvo en el caso en que el conjunto de la masa se rebele espontáneamente; pero demostrarán cómo, en un momento dado de su desarrollo, esta acción se vuelve impotente o utópica a causa del método erróneo de los dirigentes, mientras que con el método comunista se habrían conseguido mejores y más útiles resultados para los fines del movimiento general revolucionario. En la polémica, los comunistas distinguirán siempre entre los jefes y las masas, atribuyendo a los primeros la responsabilidad de los errores y de las culpas, y no dejarán de denunciar con igual vigor la obra de aquellos dirigentes que, aunque puedan tener un sincero sentimiento revolucionario, propugnan una táctica peligrosa y errónea.

20. – Un objetivo esencial del partido comunista es el de ganar terreno en el seno del proletariado, incrementando sus efectivos y su influencia en detrimento de los partidos y corrientes políticas proletarias disidentes. Este objetivo debe ser alcanzado con su participación en la lucha proletaria real, sobre un terreno que puede ser simultáneamente de acción común y de recíproca oposición, a condición de no comprometer jamás la fisonomía programática y organizativa del partido.

21. – Para atraer a los proletarios que pertenecen a otros movimientos políticos, el partido comunista no puede emplear el método de constituir en el seno de ellos grupos y fracciones organizadas de comunistas o de simpatizantes comunistas. En los sindicatos, como es lógico, este método se aplica para realizar un trabajo de penetración, sin el propósito de hacer salir de los sindicatos a los grupos comunistas que están allí organizados; pero aplicado a los movimientos políticos, semejante método comprometería la unidad orgánica del partido, por las razones ya mencionadas a propósito del desarrollo de su organización.

22. – En la propaganda y en la polémica, será oportuno tener en cuenta que en las filas sindicalistas y anarquistas militan muchos trabajadores que estaban maduros para la concepción de la lucha unitaria revolucionaria, y que han sido desviados sólo como reacción a las pasadas degeneraciones de los partidos políticos guiados por los social demócratas. La aspereza de la polémica y de la lucha contra los partidos socialistas será un elemento esencial para reincorporar a aquellos trabajadores en el terreno revolucionario.

23. – La evidente incompatibilidad que existe entre pertenecer al partido comunista y adherir simultáneamente a otro partido político se extiende además a aquellos organismos que, aunque no tengan nombre y organización de partido, poseen también carácter político, y aun a todas las asociaciones que hacen de la aceptación de tesis políticas dadas la base para la adhesión de sus miembros, como es en especial el caso de la masonería.

V. Elementos de la táctica del partido comunista extraídos del examen de las situaciones

24. – Con los puntos precedentes se han establecido los criterios generales que regulan, en función de la naturaleza misma del partido comunista, sus relaciones organizatívas con otros organismos del proletariado. Antes de abordar los términos propiamente tácticos de la cuestión, es necesario detenerse en el análisis de los elementos resolutivos de cada problema táctico, y que están dados por el examen de la situación momentánea que se atraviesa. El programa del partido comunista contiene una perspectiva de acciones sucesivas relacionadas con sucesivas situaciones, según el proceso de desarrollo que generalmente se les atribuye. Existe pues una estrecha conexión entre las directivas programáticas y las reglas tácticas. Por consiguiente, el estudio de la situación aparece como un elemento complementario para la resolución de los problemas tácticos, dado que el partido había previsto ya en su conciencia y experiencia crítica un cierto desenvolvimiento de las situaciones y, por tanto, ya había delimitado las posibilidades tácticas correspondientes a la acción a desarrollar en las distintas fases. El examen de la situación permitirá controlar la exactitud del planteo programático del partido; el día en que este examen impusiese una revisión sustancial, el problema seria mucho más grave que los que pueden resolverse gracias a una simple conversión táctica, y la inevitable rectificación de la visión programática no podría dejar de tener consecuencias serias sobre la organización y la fuerza del partido. Este debe esforzarse pues por prever el desenvolvimiento de las situaciones para desarrollar en ellas ese grado de influencia que le es posible ejercer; pero el esperar las situaciones para dejarse indicar e inspirar eclécticamente y sin continuidad por éstas, es un método característico del oportunismo social demócrata. Los partidos comunistas suscribirían la ruina de la construcción ideológica y militante del comunismo si se viesen obligados a adaptarse a él.

25. – El partido comunista llega a poseer su carácter tendiente a la realización de todo un proceso previsto en su programa agrupando en sus filas a aquella parte del proletariado que, al organizarse, ha superado la tendencia a moverse únicamente por los impulsos inmediatos determinados por situaciones económicas de categoría. Los movimientos de conjunto del partido dejan de estar inmediatamente determinados por la situación para pasar a depender de ésta en forma racional y voluntaria, pues la conciencia crítica y la iniciativa política, que tiene un valor muy limitado en los individuos, son realizadas en la colectividad orgánica del partido; tanto más cuanto que el partido comunista se presenta como precursor de esas formas de asociación humana que, al haber superado la informe organización económica presente, adquieren la facultad de dirigir racionalmente (en lugar de soportar pasivamente) el juego y las leyes de los hechos económicos.

26. – Sin embargo, el partido no puede emplear su voluntad e iniciativa en una dirección caprichosa y en una medida arbitraria. Los limites dentro de los cuales debe y puede fijar la una y la otra le son impuestos precisamente por sus directivas programáticas, como también por la posibilidad y oportunidad de acciones que se deduzcan del examen de las situaciones contingentes.

27. – Del examen de la situación se debe extraer un juicio sobre las fuerzas del partido y sobre la relación entre éstas y las de los movimientos adversarios. Sobre todo, es necesario preocuparse por juzgar la extensión de la capa del proletariado que seguiría al partido si éste emprendiese una acción y trabase una lucha. Se trata de formarse una noción exacta de las influencias y de los impulsos espontáneos que la situación económica determina en el seno de las masas, dando le la posibilidad de desarrollo de estos impulsos como resuelto de las iniciativas del partido comunista y de la actitud de los otros partidos. Las influencias de la situación económica sobre la combatividad de clase del proletariado son muy complejas, según estemos en presencia de un periodo de creciente florecimiento de la economía burguesa o de un periodo de crisis y de recrudecimiento de sus consecuencias. El efecto que estas fases ejercen sobre la vida organizativa y sobre la actividad de los organismos proletarios es complejo y no puede ser examinado tomando solamente en consideración la situación económica en un momento dado, para deducir entonces el grado de combatividad del proletariado, ya que se debe tener en cuenta la influencia ejercida por todo el desarrollo de las situaciones precedentes, con sus oscilaciones y variaciones. Por ejemplo un periodo de florecimiento puede dar lugar a un potente movimiento sindical, que en una crisis sucesiva de empobrecimiento puede ser rápidamente llevado sobre posiciones revolucionarias, conservando a favor del éxito revolucionario la extensión de su encuadramiento de masas. O bien, un periodo de empobrecimiento progresivo puede dispersar de tal modo al movimiento sindical que en el periodo sucesivo de florecimiento éste se encuentre incapaz de ofrecer materia suficiente para un encuadramiento revolucionario. Estos ejemplos, que podrían ser invertidos, sirven para probar que «las curvas de la situación económica y de la combatividad de clase son determinados por leyes complejas; la segunda depende de la primera, pero no se asemejan en la forma». En determinados casos, al ascenso (o descenso) de la primera puede corresponder indistintamente el ascenso o el descenso de la segunda.

28. – Los elementos integrantes de esta investigación son muy variados. Ellos consisten en el examen de las tendencias efectivas a la constitución y al desarrollo de las organizaciones del proletariado, y en el análisis de las reacciones – incluso psicológicas – que producen en él las condiciones económicas, como también las mismas actitudes e iniciativas sociales y políticas de la clase dominante y de sus partidos. En el campo político, el examen de la situación ha de completarse con el análisis de las posiciones y fuerzas de las distintas clases y partidos respecto al poder del Estado. En este aspecto, se pueden clasificar en fases fundamentales las situaciones en las cuales el partido comunista puede tener que actuar, y cuya sucesión normal lo lleva a reforzar sus efectivos y – al mismo tiempo – a precisar cada vez más los limites de su táctica. Estas fases pueden ser indicadas así: poder feudal absolutista – poder burgués democrático gobierno social demócrata – interregno de guerra social en que se vuelven inestables las bases del Estado – poder proletario en la dictadura de los consejos. En cierto sentido, el problema de la táctica no consiste solamente en elegir la buena vía para una acción eficaz, sino también en evitar que la acción del partido rebase sus limites adecuados, replegándose en métodos que corresponden a situaciones superadas, lo que provocaría como consecuencia la detención del proceso de desarrollo del partido y un repliegue en la preparación revolucionaria. Las consideraciones que siguen se referirán sobre todo a la acción del partido en la segunda y tercera de las fases políticas mencionadas.

29. – La posesión por parte del partido comunista de un método critico y de una conciencia, que conducen a la formulación de su programa, es una condición de su vida orgánica. Por ello, el partido y la Internacional Comunista no puede limitarse a establecer la máxima libertad y elasticidad de táctica, confiando al juicio de los centros dirigentes – previo examen de las situaciones – la ejecución de la misma. El programa del partido no tiene el carácter de un simple fin a ser alcanzado por cualquier vía, sino el de una perspectiva histórica de vías y fines ligados entre si. En las situaciones sucesivas, la táctica debe estar en relación con el programa; por ello mismo, las normas tácticas generales para las sucesivas situaciones deben estar precisadas dentro de ciertos limites que no son rígidos, pero que son cada vez más precisos y menos oscilantes a medida que el movimiento se refuerza y se aproxima a su victoria general. Para dirigir la acción, sólo dicho criterio puede permitir aproximarse cada vez más a la máxima centralización efectiva en los partidos y en la Internacional, de modo que la ejecución de las disposiciones centrales sea aceptada sin resistencias, no sólo en el seno de los partidos comunistas sino también en el movimiento de las masas que ellos han llegado a encuadrar. No debe olvidarse que la aceptación de la disciplina orgánica del movimiento está basada en la iniciativa de individuos y grupos (la que depende de las influencias de la situación y de sus desarrollos) y en un progreso continuo y lógico de experiencias y de rectificaciones del camino a seguir para conducir la lucha más eficaz contra las condiciones de vida impuestas al proletariado por el actual orden social. Por consiguiente, el partido y la Internacional deben exponer sistemáticamente el conjunto de las normas tácticas generales, para la aplicación de las cuales podrán llamar a la acción y al sacrificio a las formaciones de sus adherentes y a las capas del proletariado que lo entornan, demostrando cómo tales normas y perspectivas de acción constituyen la vía inevitable para alcanzar la victoria. Es pues una necesidad práctica y organizativa la que conduce a establecer los términos y los limites de la táctica del partido, y no el deseo de teorizar y esquematizar la complejidad de los movimientos que el partido podrá ser llamado a emprender. Es precisamente por estas razones muy concretas que el partido debe adoptar decisiones que parecen restringir sus posibilidades de acción, pero que son las únicas que garantizan la unidad orgánica de su obra en la lucha proletaria.

VI. Acción táctica «indirecta» del partido comunista

30. – Pueden faltar las condiciones para una acción táctica que, al tener el carácter de un asalto al poder burgués con las fuerzas a disposición del partido comunista, puede ser definida como directa (y de la cual se hablará más adelante). Lejos de restringirse a un puro y simple trabajo de proselitismo y de propaganda, el partido puede y debe ejercer entonces una influencia propia sobre los acontecimientos a través de sus relaciones con – y presiones sobre – otros partidos y movimientos políticos y sociales, tendiendo a determinar desarrollos de la situación en un sentido favorable a sus propias finalidades, y de modo de apresurar el momento en que será posible la acción revolucionaria decisiva.

Las iniciativas y actitudes a adoptar en tal caso constituyen un delicado problema, en cuya base es necesario establecer la condición de que aquéllas no deben de ningún modo estar ni aparecer en contradicción con las exigencias ulteriores de la lucha específica del partido, de acuerdo con el programa que él es el único en defender, y por el cual el proletariado deberá luchar en el momento decisivo. La propaganda del partido no tiene sólo un valor teórico, si no que resulta sobre todo de las posiciones cotidianamente asumidas en la lucha proletaria real, y debe poner continuamente en evidencia la necesidad de que el proletariado abrace el programa y los métodos comunistas. Toda actitud que cause o comporte el paso a segundo plano de la afirmación integral de esta propaganda, toda actitud que del logro de determinados resultados contingentes trate de hacer ya no un medio para ir más allá, sino un fin en si mismo, conduciría a un debilitamiento de la estructura del partido y de su influencia en la preparación revolucionaria de las masas.

31. – En la situación histórico-política que corresponde al poder democrático burgués, se verifica en general una división del campo político en dos corrientes o «bloques», de derecha y de izquierda, que se disputan la dirección del Estado. Por lo general, al bloque de izquierda adhieren más o menos abiertamente los partidos social demócratas, coalicionistas por principio. El desarrollo de esta lucha no es indiferente al partido comunista, sea porque ella versa sobre puntos y reivindicaciones que interesan a las masas proletarias, y que concentran su atención, sea porque su desenlace con una victoria de la izquierda puede aplanar realmente la vía a la revolución proletaria. Al examinar el problema de la oportunidad táctica de formar coaliciones con los elementos de izquierda, y queriendo evitar todo apriorismo falsamente doctrinario o tontamente sentimental y puritano, se debe tener ante todo presente que el partido comunista dispone de una iniciativa de movimiento en la medida en que es capaz de seguir con continuidad su proceso de organización y de preparación, del que extrae esa influencia sobre las masas que le permite llamarlas a la acción. El partido no puede proponerse una táctica que responda a un criterio ocasional y momentáneo, creyendo poder ejecutar a continuación – cuando dicha táctica aparezca súbitamente superada – una brusca conversión y cambio de frente, transformando en enemigos a sus aliados de ayer. Por consiguiente, si no se quieren comprometer los vínculos con la masa y su fortalecimiento para el momento en que su manifestación será más necesaria, se deberá seguir, en las declaraciones y en las actitudes públicas y oficiales, una continuidad de método y de objetivos en estrecha coherencia con la propaganda y preparación ininterrumpida de la lucha final.

32. – Para preparar ideológica y prácticamente al proletariado para la lucha revolucionaria por la dictadura, una tarea esencial del partido comunista es la crítica despiadada del programa de la izquierda burguesa y de todo programa que quiera extraer la solución de los problemas sociales del marco de las instituciones burguesas democráticas y parlamentarias. En su mayor parte, el contenido de los desacuerdos entre la derecha y la izquierda burguesa conmueve al proletariado sólo en virtud de falsificaciones demagógicas, que naturalmente no pueden ser desbaratadas con un puro trabajo de crítica teórica, sino que deben ser atacadas y desenmascaradas en la práctica y al calor de la lucha. En general, las reivindicaciones políticas de la izquierda (que no tienen en absoluto la finalidad de dar un paso adelante para poner el pie sobre un escalón intermedio entre el sistema económico y político capitalista y el sistema proletario) tienden a crear condiciones de mejor funcionamiento y de defensa más eficaz del capitalismo moderno, tanto por su contenido intrínseco como por su tendencia a dar a las masas la ilusión de que las instituciones presentes puedan ser utilizadas para su proceso emancipador. Esto concierne tanto las reivindicaciones de extensión del derecho de voto y de otras garantías y perfeccionamientos del liberalismo, como la lucha anticlerical y todo el conjunto de la política «masónica».

Las reformas legislativas de carácter económico o social no tienen otro valor: o su realización no se verificará, o sólo se verificará en la medida en que lleguen a crear (y con la intención de crear) un obstáculo al empuje revolucionario de las masas.

33. – El advenimiento de un gobierno de la izquierda burguesa, o incluso de un gobierno social demócrata, pueden ser considerados como un inicio de la lucha definitiva por la dictadura proletaria, pero no en el sentido de que su obra le crearía premisas útiles de carácter económico o político, y menos aún con la esperanza de que concederían al proletariado una mayor libertad de organización, de preparación y de acción revolucionaria. El partido comunista sabe y tiene el deber de proclamar, en virtud de razones criticas y de una sangrienta experiencia, que estos gobiernos sólo respetarían la libertad de movimiento del proletariado hasta tanto éste los reconociese y los defendiese como sus propios representantes, mientras que responderían con la más feroz reacción a un asalto de las masas contra la máquina del Estado democrático. Por ende, es en un sentido muy distinto que el advenimiento de estos gobiernos puede ser útil: es decir, en la medida en que su obra permitirá al proletariado deducir de los hechos la experiencia real de que sólo la instauración de su dictadura puede provocar una verdadera derrota del capitalismo. Es evidente que dicha experiencia podrá ser utilizada eficazmente sólo en la medida en que el partido comunista haya denunciado previamente tal fracaso, y conservado una sólida organización independiente en torno a la cual el proletariado podrá reagruparse cuando estará obligado a abandonar a los grupos y partidos cuya experiencia gubernamental había sostenido en parte.

34. – Por consiguiente, una coalición del partido comunista con partidos de la izquierda burguesa, o de la social democracia, no sólo dañaría la preparación revolucionaria y haría difícil la utilización de una experiencia de gobierno de izquierda, sino que prácticamente también retardaría en general la victoria del bloque de izquierda sobre el de derecha. Ambos bloques se disputan el favor del centro burgués, que se desplaza hacia la izquierda en virtud de la convicción justa de que la izquierda no es menos contrarrevolucionaria y conservadora que la derecha, y de que propone concesiones (en gran parte aparentes y en pequeña parte efectivas) para frenar el apremiante movimiento revolucionaria contra las mismas instituciones que tanto la derecha como la izquierda aceptan. Por lo tanto, la presencia del partido comunista en la coalición de izquierda le quitaría a éste un séquito mayor (ante todo sobre el terreno de la lucha electoral y parlamentaria) que él le aportaría con su apoyo, y con una política semejante se retardaría probablemente la experiencia en vez de acelerarla.

35. – Por otra parte, el partido comunista no descuidará el hecho innegable de que las reivindicaciones sobre las que gira la agitación del bloque de izquierda atraen el interés de las masas, y de que – en su formulación – corresponden a menudo a sus exigencias reales. El partido comunista no sostendrá la tesis superficial del rechazo de tales concesiones porque sólo la conquista revolucionaria final y total mercería los sacrificios del proletariado; esta proclamación no tendría ningún sentido, dado que – sin lugar a dudas – el proletariado pasaría entonces al séquito de los demócratas, quedando bajo su control. Por consiguiente, el partido comunista invitará a los trabajadores a aceptar las concesiones de la izquierda como una experiencia, sobre cuyos resultados expresará claramente todas su previsiones pesimistas y la necesidad de que el proletariado no ponga en juego su independencia organizativa y política, para no salir arruinado de esta situación. El partido comunista instará a las masas para que exijan de los partidos de la social democracia (que garantizan la posibilidad de realización de las promesas de la izquierda burguesa) que mantengan sus compromisos; y con su crítica independiente e ininterrumpida se preparará a recoger los frutos del resultado negativo de tales experiencias, demostrando cómo toda la burguesía está efectivamente enrolada en un frente único contra el proletariado revolucionario, y cómo los partidos que se dicen obreros, pero que sostienen la coalición con parte de la burguesía, no son más que sus cómplices y agentes.

36. – Las reivindicaciones expuestas por los partidos de izquierda, y particularmente por los social demócratas, son amenudo de tal naturaleza que es útil instar al proletariado a moverse directamente para conseguirlas, dado que si la lucha fuese emprendida pondría inmediatamente en evidencia la insuficiencia de los medios con los cuales los social demócratas se proponen realizar un programa de medidas benéficas para el proletariado. El partido comunista agitará entonces esas mismas reivindicaciones, subrayándolas y precisándolas como bandera de lucha de todo el proletariado, impulsándolo hacia adelante para forzar a los partidos que hablan sólo por oportunismo a enrolarse y empeñarse en la vía de la conquista de los mismos. Ya se trate de peticiones económicas, o incluso de carácter político, el partido comunista las propondrá como objetivos de una coalición de los organismos sindicales, y evitará la constitución de comités dirigentes de lucha y de agitación en los cuales él estaría representado y comprometido al flanco de otros partidos políticos. Ambas normas responden al objetivo permanente de mantener la atención de las masas en el programa comunista especifico, como también la propia libertad de movimiento para la elección del momento en que se deberá ampliar la plataforma de acción y desbordar a los otros partidos que se han mostrado impotentes y que han sido abandonados por las masas. Así entendido, el frente único sindical ofrece la posibilidad de acciones de conjunto de toda la clase trabajadora. De estas acciones, el método comunista no podrá más que salir victorioso, por ser el único susceptible de dar un contenido al movimiento unitario del proletariado, y por estar libre de toda responsabilidad respecto al trabajo de los partidos que exhiben por oportunismo y con intenciones contrarrevolucionarias su apoyo verbal a la causa del proletariado.

37. – La situación a la que nos referimos puede tomar el aspecto de un asalto de la derecha burguesa contra un gobierno demócrata o social demócrata. También en este caso, la actitud del partido comunista no podrá ser la de proclamar su solidaridad con gobiernos semejantes, ya que no se puede presentar al proletariado como una conquista a defender un orden político cuya experiencia ha sido acogida y seguida de modo de acelerar en el proletariado la convicción de que este orden no está hecho a su favor, sino con fines contrarrevolucionarios.

38. – Podrá suceder que el gobierno de izquierda deje a organizaciones de derecha, a bandas blancas burguesas, llevar a cabo sus hazañas contra el proletariado y sus instituciones, y que no sólo no pida el apoyo del proletariado, sino que también pretenda que éste no tenga el derecho a responder con la organización de una resistencia armada. En tal caso, los comunistas demostrarán cómo no puede tratarse más que de una complicidad efectiva, más aún, de una división de funciones entre el gobierno liberal y las fuerzas regulares reaccionarias: la burguesía entonces ya no discute si le es más conveniente el método del adormecimiento democrático y reformista o el de la represión violenta, sino que emplea los dos al mismo tiempo. En esta situación, el verdadero y peor enemigo de la preparación revolucionaria es el ala liberal del gobierno: ésta ilusiona al proletariado diciendo que lo defenderá en nombre de la legalidad, para así llegar a encontrarlo inerme y desorganizado, y para poder postrarlo en pleno acuerdo con las bandas blancas, el día en que el proletariado se encontrase por fuerza en la necesidad de luchar contra el aparato legal que preside su explotación.

39. – Otra hipótesis es aquella en que el gobierno y los partidos de izquierda que lo componen invitasen al proletariado a participar en la lucha armada contra el asalto de la derecha. Esta invitación sólo puede preparar una trampa, y el partido comunista la acogerá proclamando que las armas en las manos de los proletarios equivale al advenimiento del poder y del Estado proletarios, y la destrucción de la máquina tradicional, burocrática y militar del Estado, ya que ésta no obedecerá jamás las órdenes de un gobierno de izquierda llegado al poder con medios legalitarios cuando éste llamase al pueblo a la lucha armada, y dado que sólo la dictadura proletaria podría dar estabilidad a una victoria sobre las bandas blancas. Por consiguiente, no deberá proclamarse ni practicarse ninguna «lealtad» hacia un tal gobierno y, por sobre todo, se deberá indicar a las masas el peligro de que la consolidación de su poder frente al levantamiento de la derecha o a la tentativa de golpe de Estado significase la consolidación del organismo que se opondrá al avance revolucionario del proletariado (cuándo éste se imponga como la única vía de escape) si el control de la organización armada estatal permaneciese en manos de los partidos gubernamentales democráticos, es decir, si el proletariado hubiese depuesto las armas sin haberlas empleado en derrocar las actuales formas políticas y estatales, contra todas las fuerzas de la clase burguesa.

VII. Acción táctica «directa» del partido comunista

40. – Hemos considerado el caso en que la atención de las masas está atraída por las reivindicaciones que los partidos de la izquierda burguesa y de la socialdemocracia formulan como objetivos a ser conquistados o defendidos, y también los casos en que el partido comunista los propone a su vez, con mayor claridad y energía, al mismo tiempo que realiza una crítica abierta de la insuficiencia de los medios propuestos por los otros para realizarlos. Sin embargo, en otros casos, las exigencias inmediatas y urgentes de la clase obrera (tanto de conquista como de defensa) encuentran indiferentes a los partidos de izquierda y a los socialdemócratas. Si no dispone de fuerzas suficientes para llamar directamente a las masas a la lucha por esas conquistas, a causa de la influencia que los socialdemócratas ejercen sobre aquéllas, el partido comunista formulará esas reivindicaciones de la lucha proletaria, y para arrancarlas invocará la realización del frente único del proletariado sobre el terreno sindical; al mismo tiempo, no sólo evitará ofrecer una alianza a los socialdemócratas, sino que proclamará que estos traicionan hasta los intereses contingentes e inmediatos de los trabajadores. De este modo, el frente único sindical encontrará en su puesto a los comunistas que militan en los sindicatos, y, por otra parte, el partido tendrá la posibilidad de intervenir si la lucha tomase otro carácter, contra el cual inevitablemente se alinearían los socialdemócratas, y algunas veces los sindicalistas y anarquistas. Por el contrario, el rechazo de los otros partidos proletarios a efectuar el frente único sindical por estas reivindicaciones será utilizado por el partido comunista para destruir su influencia, no sólo con la crítica y la propaganda que demuestren cómo ese rechazo revela una verdadera complicidad con la burguesía, sino sobre todo con la participación en primera línea en las acciones parciales del proletariado que la situación no dejará de suscitar sobre la base de esos objetivos por los cuales el partido habría propuesto el frente único sindical de todas las organizaciones locales de todas las categorías. El partido comunista obtendrá así la demostración concreta de que los dirigentes socialdemócratas, al oponerse a la extensión de las acciones, preparan su derrota. Naturalmente, el partido comunista no se limitará a esta tarea de cargar sobre los otros la responsabilidad de una táctica errada. Con extrema sagacidad y estrecha disciplina, escrutará el momento de pasar por encima de las resistencias de los contrarrevolucionarios, cuando en el desarrollo de la acción se determine una situación tal en el seno de las masas que éstas seguirían, contra toda resistencia, un llamamiento a la acción del partido comunista. Semejante iniciativa sólo puede ser decidida centralmente, y es siempre inadmisible que sea tomada localmente por organismos del partido comunista, o por sindicatos controlados por los comunistas.

41. – La expresión «táctica directa» debe indicar más específicamente la acción del partido en una situación que le incite a tomar de manera independiente la iniciativa de un ataque al poder burgués, para abatirlo o para asestarle un golpe que lo debilite gravemente. Para poder emprender una acción semejante, el partido debe disponer de una sólida organización interna que le asegure con certeza absoluta que las disposiciones del centro dirigente serán estrictamente acatadas; además, el partido debe poder contar con la misma disciplina de las fuerzas sindicales que él dirige, de modo de estar seguro de que gran parte de las masas lo seguirá, y tiene aún necesidad de un encuadramiento de tipo militar de cierta eficacia, aménde toda la estructura de acción ilegal (sobre todo de comunicaciones y enlaces incontrolables por parte del gobierno burgués) que le permitan conservar con seguridad la dirección del movimiento en la previsible situación de ser puesto fuera de la ley por medidas de excepción. Sobre todo al tomar una decisión de acción ofensiva de la cual puede depender la suerte de todo un larguisimo trabajo de preparación, el partido comunista deberá basarse en un estudio de la situación que no sólo le asegure la disciplina de las fuerzas que él encuadra y dirige directamente, que no sólo le haga prever que los vínculos que lo ligan a lo vivo de la masa proletaria no se romperán en la lucha, sino también que le garantice de que su influencia entre las masas y la amplitud de la participación del proletariado en el movimiento irán creciendo progresivamente en el curso de la acción, ya que su desarrollo podrá despertar y dar eficacia a tendencias naturalmente difundidas en las capas profundas de las masas.

42. – No siempre un movimiento general iniciado por el partido comunista con la intención de derrocar el poder burgués podrá anunciar abiertamente este objetivo. Salvo en el caso de excepcional precipitación de las situaciones revolucionarias que subleven al proletariado, la consigna de trabar la lucha podrá referirse a objetivos fundamentales que no son todavía la conquista del poder proletario, pero que en parte son realizables sólo a través de esta victoria suprema, aunque las masas sólo las vean como exigencias inmediatas y vitales, y parcialmente limitadas. En la medida en que estas consignas sean realizadas por un gobierno que no sea todavía el de la dictadura proletaria, ellas dejan la posibilidad de detener la acción en un cierto punto que conserve intacto el grado de organización y de combatividad de las masas, cuando aparezca imposible continuar la lucha hasta la meta sin comprometer con su desenlace las condiciones de reemprenderla eficazmente en situaciones ulteriores.

43. – Ni siquiera debe excluirse que el partido comunista considere oportuno lanzar directamente la consigna de una acción aun sabiendo que no se trata de llegar hasta la conquista revolucionaria suprema, sino sólo de conducir una batalla de la cual el adversario salga con su prestigio y su organización quebrantados, y el proletariado material y moralmente reforzado. En tal caso, el partido llamará a las masas a la lucha, formulando una serie de objetivos que podrán ser aquellos a los que realmente apunta, o que podrán más limitados que los que se propone alcanzar en el caso de que la lucha se desarrollo con éxito. Sobre todo en el plano de la acción del partido, dichos objetivos deberán ser avanzados gradualmente de modo que la conquista de cada uno de ellos constituya una base que permita un fortalecimiento para las luchas posteriores, evitando al máximo la táctica desesperada de lanzarse a la lucha en condiciones tales que sólo el triunfo supremo de la revolución constituya la probabilidad favorable, mientras que en el caso contrario exista la certeza de la derrota y de la dispersión de las fuerzas proletarias por un periodo imprevisible. Los objetivos parciales son pues indispensables para conservar el control seguro de la acción, y su formulación no está en contradicción con la crítica que debe hacerse de su contenido económico y social cuando son considerados por las masas como fines en si mismos (sobre los cuales podrían detenerse después de haberlos conquistado) y no como ocasiones de lucha, como un medio de encauzarla hacia la victoria final. Naturalmente, siempre es un delicado y tremendo problema el de fijar los fines y los limites de la acción, y es con la experiencia y con la selección de sus dirigentes que el partido se templa para esta suprema responsabilidad.

44. – El partido debe evitar hacerse y propagar la ilusión de que en una situación de estancamiento de la combatividad del proletariado sea posible provocar el despertar de las masas para la lucha gracias al simple efecto del ejemplo dado por un grupo de audaces que se lance al combate e intente golpes de mano contra las instituciones burguesas. Las razones por las cuales el proletariado puede levantarse de una situación de depresión, hay que buscarlas en el real desarrollo de las situaciones económicas; la táctica del partido puede y debe contribuir a este proceso, pero con una obra mucho más profunda y continua, que no sea el gesto clamoroso de una vanguardia lanzada al asalto.

45. – No obstante, el partido se servirá de sus fuerzas y de su encuadramiento para realizar acciones por parte de grupos armados, de organizaciones obreras y de multitudes, cuyo proyecto y ejecución han de estar bien controlados. Estas acciones han de tener un valor demostrativo y defensivo con el propósito de dar a las masas la prueba concreta de que con organización y preparación es posible enfrentar ciertas resistencias y contraataques de la clase dominante, sean acciones terroristas de grupos reaccionarios armados o impedimentos policiales contra determinadas formas de organización y de actividad proletarias. El objetivo no será el de provocar una acción general, sino el de llevar nuevamente a las masas deprimidas y desmoralizadas hacia el más alto grado de combatividad, gracias a una serie de acciones que se articulen para despertar en ella la necesidad y la voluntad del contraataque.

46. – El partido evitará absolutamente que en tales acciones locales se llegue a la infracción de la disciplina interna de los organismos sindicales por parte de los órganos locales y de los comunistas que militan en ellos. Los órganos sindicales locales no deben llegar a la ruptura con los órganos centrales nacionales dirigidos por otros partidos, dado que – como ya se ha dicho- deben servir al partido como puntos de apoyo indispensables para la conquista de los mismos.

Sin embargo, cuando las masas respondan espontáneamente a las provocaciones burguesas, el partido comunista y sus miembros las seguirán ofreciéndoles activamente todo su apoyo, rompiendo incluso con la disciplina de inacción y de pasividad de los dirigentes de los sindicatos reformistas y oportunistas.

47. – En la situación que es característica del momento de quebranto de las bases del poder del Estado, y en que está por caer, el partido comunista (que estará en pleno despliegue de sus fuerzas y de agitación de las masas en torno a sus consignas máximas) no dejará escapar la posibilidad de influir en los momentos de equilibrio inestable de la situación, aprovechando para ello todas las fuerzas momentáneamente concomitantes en la dirección de su acción independiente. Cuando el partido esté bien seguro de conquistar el control del movimiento en cuanto la organización tradicional estatal haya cedido, podrá recurrir a acuerdos transitorios y contingentes con otros movimientos que dispongan de fuerzas en el campo de la lucha, sin hacer de tales alianzas un objeto de propaganda ni una consigna del partido para las masas. En todos los casos, el éxito será el único criterio para medir el interés de haber accedido a tales contactos, como también para hacer el balance que inmediatamente se deberá extraer. La táctica del partido comunista no está dictada por preconceptos teóricos o por preocupaciones éticas y estéticas, sino sólo por la real correspondencia de los medios con la meta y la realidad del proceso histórico, según la síntesis dialéctica de doctrina y de acción que es el patrimonio de un movimiento destinado a ser el protagonista de la renovación social más vasta, el conductor de la guerra revolucionaria más grande.

Notes:
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  1. De «Rassegna Comunista», año II n. 17 del 30 de Enero de 1922. Los oradores fueron – como es notorio – Amadeo Bordiga y U. Terracini.[⤒]

  2. Con el propósito se conservar la homogeneidad terminológica de las Tesis, la palabra italiana «crítica» – que significa literalmente «el arte y el método de análisis y de juicio en función de la exactitud, validez y utilidad» de lo examinado- ha sido traducida aquí por «crítica», aunque en castellano este término no expresa exactamente el sentido mencionado. En ciertos pasajes de las Tesis, podría haber sido traducida por «dialéctica», pero en otras no. [⤒]


Source: «El programa comunista», № 26, Febrero 1978

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