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IMPERIALISMO, CHAUVINISMO, ANTIMPERIALISMO DE CLASE


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Imperialismo, chauvinismo, antimperialismo de clase
La vía revolucionaria de los marxistas
El desarrollo desigual del capitalismo
La vía indicada por Lenin es siempre valida
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Imperialismo, chauvinismo, antimperialismo de clase

Imperialismo, fase última del capitalismo. Sobre esta afirmación no existe intelectual y militante de izquierda que no esta dispuesto a jurar con los ojos cerrados: y amenudamente le acompañan también políticos e intelectuales ligados a las más variadas escuelas, declaradamente liberales y burgueses. Contra la superpotencia del imperialismo de Washington se rebelan no solo el nacionalcomunismo, sino también la izquierda de la propria burguesía ligada al imperialismo cuando sus intereses son afectados en cualquier parte del mundo o en cualquier transacción bancaria.

Contra el extrapoder de Moscú, en particular en los países de la área de su in fluencia, no son solo los demócratas y curas los que se lamentan sino que también las fracciones burguesas nacionales más ligadas al desarrollo del capital nacional, es decir a la Tito o a la Nagy ayer y a la Jaruzelski hoy.

En verdad el concepto del imperialismo – el dominio del mundo por un puñado de superpotencias – como fase «extrema» del capitalismo recoge mucho más secuaces que el concepto aquél de que el imperialismo es la última fase (o estadio de desarrollo) del capitalismo.

En el primer caso se quiere entender que aquel «extremismo» puede ser correcto en la misma línea del proceso de desarrollo del capitalismo, combatiendo los excesos, limando. las exageraciones, dosificando el apetito de los estados particulares o grupos capitalistas en un mecanismo de común interés para con el desarrollo de todas las naciones y, por consiguiente, del mercado mundial que la democracia económica y política – unida evidentemente a la concivica de los países más progresivos – se debe asegurar.

Kautsky, en su tiempo, alcanzó a formular una teoría de tono más fuerte, más decisivo, y aparentemente resolutiva, la teoría del supraimperialismo: esto es de una organización estatal que por encima del mundo entero englobe en sí un cierto de potencias imperialistas separadas anteriormente, que gracias a un «salto de cualidad» favorecido por una guerra victoriosa de parte de un determinado bloque imperialista, superarían así las contradicciones que le habrían portado a la guerra, y garantizarían al mundo entero un progreso ilimitado.

En el secundo caso se entiende que aquella última fase de la sociedad capitalista será necesariamente seguida de una serie de fases diversas, de otra sociedad, llamada «socialista», en la cual los excesos, las exageraciones, los desequilibrios y las contradicciones características de la fase imperialista del capitalismo serán superadas y no podrán tornar nunca más. Lenin, siguiendo la línea de Marx y Engels, demostró que después del imperialismo no puede haber más que socialismo. Se necesitará una cadena interminable de renegados para definir el inevitable pasaje histórico de la dictadura del imperialismo a la dictadura del proletariado (para retomar el titulo de un apasionado escrito de Bujarin del 1917) con una serie inmunda de «enriquecimientos» ,de «interpretaciones», de «descubrimientos». En nuestro trabajo de partido hemos siempre combatido a estos enriquecedores, a estos «marxistas-leninistas» de las especies más variadas, que sobre la onda de la victoria de la contrarrevolución, infectó e infecta todavía el ambiente revolucionario.

Hubo el concepto del «postcapitalismo» que no es todavía el socialismo, como una serpiente que cambia la piel; el concepto de un socialismo hecho en casa sobre la base de las propias tradiciones históricas y culturales o nacionales; el concepto del socialismo «democrático» y «popular» sobre la onda de la lucha «antifascista». Estas «teorías» están todavía presentes actualmente, incluso con importancia diversa en relación con el pasado.

En el occidente «libre» y «democrático» estas escuelas resultaban de la fuente de la democracia y de su mecanismo, de la búsqueda de vías nacionales al socialismo justificando todo tipo de interpretaciones. El desarrollo económico y social del capitalismo que había portado a una máxima concentración económica y política del poder burgués, sintetizada en el método fascista de gobierno, pone de nuevo al orden del día el método democrático como útil instrumento para vencer la crisis de guerra y reavivar el nuevo ciclo de acumulación capitalista con un proletariado atado de manos y pies al carro burgués.

En el oriente retrasado, empujado en el infierno de la guerra imperialista y del mercado mundial, sumida en la contradicción de un capitalismo ya presente pero poco desarrollado, la tendencia histórica del máximo esfuerzo de desarrollo económico pedía la máxima concentración de fuerzas productivas y métodos totalitarios de gobierno. La «victoria sobre el fascismo permitía de utilizar y de declarar abiertamente métodos totalitarios de gobiernos (partido único, sindicato único, corporativismo, etc.). La victoria de la contrarrevolución internacional con la desviación de los caracteres socialistas abastecieron a la cubierta ideología y política asumiendo la apariencia del «socialismo» y de la dictadura del proletario a una estructura económica y social y una superestructura política únicamente capitalistas. Se pasó así a la formación de repúblicas «democráticas y populares» en el este europeo y en la lejana China, a la formación de un campo de países llamados socialistas en oposición de un campo capitalista: en realidad se trataba y se trata de países capitalistas sean económicamente atrasados y postrados por la guerra, como Bulgaria, Rumania y Yugoslavia, sean económicamente desarrollados pero vencidos en la repartición de Yalta, como Alemania y Checoslovaquia; o países que se presentaron sobre la escena histórica con la exigencia de superar no el capitalismo sino más bien el feudalismo y una economía largamente precapitalista como la China.

Los «enriquecedores» del marxismo no tienen y nunca han tenido nada que ver con el verdadero marxismo y con el «leninismo» que han siempre presentado como el primer intento de enriquecer el marxismo y la justificación de otros enriquecimientos.

La vía revolucionaria de los marxistas

Lenin no se contentó con definir el último estadio del desarrollo capitalista como imperialista; como tampoco Marx y Engels se dedicaron a analizar la estructura económica del capitalismo por pruritos intelectuales; su actividad tanto intelectual como práctica se dirigía a aplicar la teoría revolucionaria proletaria al periodo histórico, a combatir contra todo desviacionismo, contra toda revisión de la teoría, de reforzar teóricamente la vanguardia consciente del proletariado, esto es el partido de clase, y prepararlo para la guerra de clase que la agudización de las contradicciones de la sociedad burguesa metía a la orden del día.

El último estadio del desarrollo del capitalismo, el imperialismo, será seguido históricamente de la larga y no pacifica fase de la dictadura del proletario que, después de haber conseguido el poder político a través de la revolución violente y guiado por el partido único de clase – el partido comunista – y después de derrocar el poder político de la burguesía – el estado, democrático o dictatorial organizará la vida económica, política y social para la transformación del modo de producción capitalista al modo de producción socialista.

Según el marxismo esta fase de transición del capitalismo al socialismo se caracteriza por la dictadura del proletariado realizada por el partido comunista. Se trata de un pasaje obligado porque el imperialismo, los países más potentes, no cederán espontáneamente el poder y las armas; dejarán de lado sus disputas internas, se aliarán con todas las fuerzas que se oponen al poder proletario y utilizarán el hecho incontestable que las transformaciones económicas y sociales de un país o de un grupo de países, por muy desarrollados que estén, no podrán jamás llegar a cabo en poco tiempo.

La dictadura del proletariado con su intervención despótica, tanto sobre el plano político como económico y social, necesito la guía de un partido revolucionario único, fuerte, homogéneo, capaz de mantener la vía de la revolución proletaria internacional y de organizar de la mejor manera las fuerzas del proletariado mundial contra el capitalismo. La guerra de clase es durísima porque la burguesía sabe que la victoria de la clase obrera será el fin de su dominio, la eliminación de todas las fuerzas de conservación y de explotación.

La dictadura del proletariado es la primera etapa de la futura sociedad sin clases; es esencialmente política, porque su objetivo no es aquel de «construir el socialismo» en el país o en los países en los cuales la revolución ha estado victoriosa, sino el de llevar la guerra de clase revolucionaria, sobre todo en los países capitalistas desarrollados, en los países imperialistas, donde se concentran las más potentes fuerzas contrarrevolucionarias y, al mismo tiempo, la más potente base económica para la transformación socialista de la sociedad.

El antiimperialismo de clase no puede ser concebido por el marxismo revolucionario más que como la lucha revolucionaria por la dictadura del proletariado. No existe otra concepción en el programa comunista.

El desarrollo desigual del capitalismo

Según el marxismo el desarrollo desigual del capitalismo es una ley histórica; significa que existen países retrasadísimos que presentan formas económicas precapitalistas, países atrasados donde sin embargo el capitalismo es la forma dominante de la economía, países desarrollados en la última etapa del capitalismo, el imperialismo.

El marxismo, al considerar este desarrollo desigual del capitalismo, no cede a formular programas mínimos o máximos según de los países que se tratan, sean o no sean económicamente desarrollados; ni cae en la posición indiferentista de no preocuparse con los movimientos sociales en los países retrasados porque allí el proletariado moderno representa una pequeña minoría de la populación trabajadora y por lo tanto no tendría posibilidad de desempeñar un papel independiente.

El marxismo tiene siempre una visión histórica e internacional de los conflictos sociales, así como de los conflictos interestatales y militares.

No importa que dichos movimientos, conflictos sociales, disputas interestatales, tengan caracteres «locales» en sus intereses o desarrollos. El marxismo es también una concepción materialista y dialéctica de la historia que comprende, explica y prever el desarrollo de las contradicciones económicas y sociales de la sociedad; comprende, explica y prever el camino que la clase proletaria necesariamente seguirá para emanciparse del capitalismo y emancipar la especie humana de cualquier tipo de sociedad de clases.

La vía histórica entonces es una sola en la época en que el modo de producción dominante en el mundo entero es el capitalismo – lo que no contradice la existencia de zonas o países en los cuales el capitalismo está poco desarrollado.

En esta vía histórica, en este programa revolucionario esta contenido todo el camino que la clase proletaria – y las clases oprimidas por el capitalismo – tienen que hacer para llegar a la cita con la revolución social. La demostración la da prácticamente el bolchevismo en Rusia, y su representante más consecuente, Lenin:
«La revolución social puede cumplirse solamente en una época que asocie la guerra de los proletarios contra la burguesía en los países más avanzados con toda una serie de movimientos democráticos y revolucionarios, incluso los movimientos de liberación nacional, en los países no avanzados, no evolucionados, en las naciones oprimidas. ¿Porqué ? Porqué el capitalismo se desarrolla de modo desigual y en la realidad objetiva se muestra, al lado de las naciones capitalistas muy desarrolladas toda una serie de naciones económicamente muy débiles y no desarrolladas» (oct. de 1916).

Para Lenin y todos los verdaderos marxistas la fase imperialista no elimina todo una serie de países retrasados y de naciones oprimidas, ni la acción de toda una serie de movimientos revolucionarios burgueses, por ejemplo de movimientos de liberación nacional. A pesar de dominar el mundo, el imperialismo no ha resuelto en todas partes los problemas del desarrollo económico y social. Es más, ha impedido a veces este desarrollo a razón de mantener su dominación totalitaria y en razón de las contradicciones entre países imperialistas en despiadada concurrencia sobre el mercado mundial. Lenin recuerda:
«La revolución social no puede ser una acción unitaria de los proletarios de todos los países del mundo por la simple razón que la inmensa mayoría de los países y la mayoría de la población terrestre no la encontramos todavía en el estadio del capitalismo, o la encontramos en la fase inicial del desarrollo capitalista» (ibid.).

Estamos entonces en 1916; a 74 años de distancia el cuadro mundial es diferente. Rusia, una buena parte de Africa; casi todo el extremo Oriente, han sido tocados de revoluciones y movimientos de liberación nacional que han formado estados nacionales, mercados nacionales, entrando en un proceso de desarrollo capitalista del cual no se puede volver atrás. Un numeroso y joven proletariado se ha ido formando en la misma China, en el sudeste asiático, en India, en países de Africa y de América latina… Muchos de estos países han pasado del estadio precapitalista a la fase inicial del desarrollo capitalista; otros han alcanzado el estadio de un capitalismo retrasado en el cual están presentes caracteres del capitalismo en desarrollo (industria minera, extracción de petróleo, del capitalismo desarrollado (banca), así como caracteres del precapitalismo (sobre todo en la agricultura, la pequeña producción artesanal, el «bazar»). El Japón se ha transformado en país imperialista, así como la Rusia, si bien no está al nivel económico de los grandes países occidentales. Otros, como la China o el Irak, no tanto sus retrasos o debilidades económicas, tienden a desarrollar una política imperialista en sus áreas.

El cuadro mundial ha efectivamente cambiado, pero no profundamente como para pretender superadas las indicaciones de Lenin. El desarrollo desigual del capitalismo queda como una característica fundamental de este.

A propósito de la tesis de la izquierda de Zimmerwald sobre la cuestión nacional y colonial, Lenin escribe:
«En nuestra tesis se dice que, para ser concretos necesitamos distinguir almena tres distintos tipos de países en la relación con la autodeterminación (…). El primer tipo son aquellos países desarrollados de la Europa occidental y de la América donde el movimiento nacional representa el pasado. El segundo tipo es la Europa oriental donde esto es el presente, y el tercero tipo son las colonias y las semi-colonias donde esto es en gran parte el porvenir».

Más adelante, siempre en el mismo texto, Lenin, según este análisis histórico fija las tareas de los comunistas en los diferentes tipos de países:
«Solamente los países avanzados de Occidente e de América del Norte están maduros para el socialismo. El socialismo será realizado (atención al verbo: realizado, es decir actuado sobre el plano económico y social) por la acción unitaria de los proletarios no de todos los países, pero de una minoría de países, los países capitalistas avanzados.
De modo diferente se pone el problema en los países retrasados, coloniales o semicoloniales. (…) En estas naciones todavía existen objetivamente tareas nacionales, o tareas democráticas, consistiendo en la necesidad de abatir la opresión extranjera«
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La vía indicada por Lenin es siempre valida

Primera tesis: solo la acción unitario de los proletarios de los países avanzados puede alcanzar la realización del socialismo porque las bases económicas – el capitalismo desarrollado – son totalmente presentes.

Segunda tesis: las toreas económicas y políticas en los países atrasados se presentan objetivamente como tareas nacionales, democráticas, porque las bases económicas y sociales no son suficientemente desarrolladas.

Conclusión: si se realizan tareas nacionales y democráticas, no se realiza el socialismo, pero si se realiza el capitalismo, como tenazmente Lenin lo afirmó hasta la muerte en lo que respecto a la Rusia.

Es otra cuestión la naturaleza del poder político que realiza esta transformación.

El socialismo puede ser realizado únicamente en los países avanzados, es decir por la dictadura del proletariado con su partido de clase en estos países.

Hoy la distinción hecha por Lenin de tres tipos de países desde el punto de vista del capitalismo, ha dejado de existir.

El ciclo de las luchas anticoloniales y de liberación nacional, que alcanzó sus más altos niveles después de la segunda guerra mundial, en los anos cincuenta y los inicios de los sesenta, ha concluido su máximo fuerza progresiva.

Sin embargo existe todavía en el mundo naciones oprimidas por el imperialismo, sobre todo en Africa y en el Oriente; formas más refinadas del colonialismo, a troves del capital financiero, y por el control de materias primas. No se puede negar que para algunos países existe todavía el problema de la liberación de la opresión extranjera o el problema del derecho a la separación y a la autonomía (por ejemplo, el caso de la Nueva Caledonia o de la Eritrea). En cuanto a aquellos países la posición marxista fue enunciada por la tercera Internacional y por el bolchevismo; dice Lenin:
«Si reivindicamos la libertad de separación para los Mongoles, para los Persas, para los Egipcios y para todas las naciones oprimidas y dependientes sin excepciones, no lo hacemos porque estamos ración, sino porque estamos para una fusión y una unidad libres y voluntarias, y no forzadas. Solamente por eso».

El programa revolucionario del proletariado no se reduce o las reivindicaciones democráticas; al contrario, dado que el objetivo es la destrucción del poder burgués y de la opresión de las masas trabajadoras en todo el mundo, los comunistas lanzan a los oprimidos la perspectiva de la unión con el proletariado revolucionario. Esto incumbe a todas las naciones oprimidas y dependientes sin excepción. Explica Lenin:
«Si nosotros le decimos a nuestros gobiernos que se marchen de las colonias (nosotros, proletarios conscientes de los países opresores) (…), cuando conquistaremos el poder nosotros garantizaremos esta libertad de las colonias no con dichos sino con actos».

Nosotros no estamos por la separación de las naciones y de los pueblos, ni por la existencia perpetua o la formación de los estados nacionales. Estamos por la nulidad y la fusión libres y voluntarias de las naciones; y es posible acelerar estos procesos de unificaciones únicamente luchando contra todas las opresiones nacionales y coloniales sin excepción. Sigue diciendo Lenin:
«Nosotros haremos todos los esfuerzos para unirnos con los Mongoles, los Persianas, los Indios, los Egipcianos; es nuestro deber y nuestro interés, porque de otra manera, el socialismo será inestable en Europa».

Es en interés propio de la revolución proletaria y del poder revolucionario conquistado en los países avanzados (entonces concentrados sobre todo en Europa) que los movimientos de liberación nacional y anticoloniales unen sus luchas con las luchas del proletariado de los países desarrollados: no fusión de programas, pero fusión de luchas contra los enemigos comunes, la burguesía imperialista y las clases reaccionarias.

Porque el socialismo, es decir el poder proletario, seria el inestable si esta unión no se realizara?

Porque los países burgueses utilizarían, contra el poder revolucionario no solo su propia fuerza directa, sino también las clases reaccionarias y burguesas de las naciones oprimidas; apoyarían sus insurrecciones contra el socialismo con promesas de independencia y de bienestar para las masas colonizadas (la mayoría de la población de la planeta en 1916). Lenin dice:
«Nosotros hemos sostenido, sostenemos y sostendremos la más profunda unidad y fusión de los obreros conscientes de los países avanzados con los campesinos, con los esclavos de todos los países oprimidos. Nosotros hemos siempre aconsejado y siempre aconsejaremos a todas las clases oprimidas, incluidas de las colonias, de no separarse de nosotros, y unirse estrechamente con nosotros».

Una primera conclusión

Nosotros, los proletarios conscientes de los países desarrollados, estamos por la unidad y la fusión con los trabajadores y las masas oprimidas de los países coloniales – y no con las clases burguesas de estos países.

Nosotros, los proletarios de los países que oprime y reprime a las masas de las naciones más débiles.

Debemos, primero, demostrar en nuestro programa, en nuestras reivindicaciones y en nuestras acciones prácticas, la oposición total a «nuestra» burguesía.

Si el proletariado de los países capitalistas desarrollados no es capaz de luchar, por sus intereses inmediato, en modo independiente de su burguesía, tampoco será capaz de luchar por su interés histórico y revolucionario de clase; será objetivamente prisionero del chauvinismo, del colaboracionismo interclasista y no podrá ser de ninguna ayuda para la lucha de los trabajadores, de los campesinos, de los esclavos de las naciones oprimidas.

A los comunistas de los países imperialistas le espera la tarea de defender la orientación señalada por las generaciones revolucionarias precedentes y que fue trazada en beneficio de los proletarios de todo el mundo en los primerisimos años de la Internacional Comunista. Esta orientación no ha «olvidado» la cuestión nacional y colonial: da la respuesta correcta para todo el periodo histórico que nos separa del próximo ciclo revolucionario proletario.

Los comunistas dicen a las masas oprimidas, a los Palestinos o otros, que sostienen sin condiciones su derecho a la autodeterminación y a un estado independiente. Como Lenin, dicen que el partido comunista revolucionario, después de haber conquistado el poder político en el área, traducirá en acto sin excepciones algunas este derecho.

Pero también decimos que el objetivo de la revolución no es aquel de separar los palestinos de los hebreos, los drusos de el resto de los libaneses, los curdos de los turcos, de los iraníes, de los iraquíes, etc. El objetivo de la revolución proletaria es la unión de los proletarios de todos los países, de todas las nacionalidades, o come dice Lenin, de los operarios conscientes de los países avanzados con los proletarios, los campesinos, los esclavos de los países oprimidos.

Los movimientos de liberación nacional de los países coloniales y los movimientos democráticos de las naciones oprimidas son objetivamente inciertos en el proceso histórico de desarrollo de las fuerzas productivas en el mundo; han sido y son, para la mayoría de los casos, dirigidos por partidos burgueses que no están a la altura de la tarea histórica de progreso social y de la radicalidad expresada por las luchas sociales: por eso muchas veces, aterrados por la radicalización de las masas, estos partidos, después de una breve fase revolucionaria, pasan a un programa y a una política de compromiso traicionando a las masas luchando contra la opresión y la pobreza.

Por eso, a los proletarios palestinos decimos que el obtener una patria palestina, un estado independiente, no puede preservarlos de la explotación capitalista porque los intereses de clase de la burguesía palestina son los mismos que los intereses de clase de toda burguesía nacional.

A los proletarios palestinos decimos que el verdadero progreso histórico está en el desarrollo de la lucha de clase, de la lucha del proletariado palestino no solo contra la burguesía extranjera – israeliana, jordania, siria o libanesa sino también contra la misma burguesía palestina que defiende sus intereses de clase en un estado nacional, en una patria palestina; decimos que el verdadero progreso histórico no está en la separación de una nación de otra, sino en la fusión de las luchas proletarias en la unidad de clase entre proletarios de todas las nacionalidades, lo único que puede impulsar a la emancipación de toda forma de opresión y de explotación.

Los proletarios no tienen patria, dice el marxismo; y el tormento de su vida de asalariados, de desocupados, demuestra que solamente los burgueses tienen una patria, un territorio donde desarrollan un mercado nacional en el cual explotan a los «propios» proletarios, un territorio delimitado de fronteras, regulado por las leyes del capital, controlado por policías, ejercitas, tribunales y corceles. Se encuentran situaciones históricas en las cuales una burguesía no ha conquistado una patria o ha sido substraída de una burguesía rival más fuerte. En el caso de la Palestina, la burguesía israeliana, apoyada de los más potentes imperialismos del mundo ha llegado a apoderarse de un territorio que era árabe-palestino por la mayor parte, llamándolo Israel.

La lucha armada de las masas campesinas y proletarias palestinas ha hecho y hace de base para la reivindicación nacional de la burguesía palestina; y hasta cuando esta lucha no sea organizada por los comunistas revolucionarios y orientada hacia el derrocamiento del poder burgués israeliano y del poder burgués árabe de toda esa área, esta será inevitablemente dirigida, limitada y traicionada de la burguesía palestina. Hoy por desgracia no existe todavía una alternativa real.

Solo el proletariado comunista, organizado internacionalmente en un movimiento de clase revolucionario, podrá dar una dirección alternativa. Esta alternativa existía en la época de la Internacional Comunista de Lenin, y fue destruida por la contrarrevolución estaliniana; la dicha alternativa es el objetivo principal de los comunistas, porque sin la dirección de clase en partido ninguna revolución no será jamás victoriosa y no podrá cumplir sus tareas históricas.

Hoy la tarea principal de los comunistas de todos los países es de trabajar por la formación del partido de clase mundial, recordando siempre que las bases de este han estado concretizadas en los anos 20 por la Internacional Comunista, y defendidas por la Izquierda comunista.

Esta tarea no puede llevarse a cabo sin un enlace estrecho con la clase obrera y sus luchas, fuera de las «grandes frases» revolucionarias abstractas, o por la búsqueda de «nuevos» métodos o teorías: es necesario de afirmar permanentemente la propaganda de las posiciones comunistas en el seno de la clase obrera y participar a todas las luchas contra los intereses de la burguesía, con la perspectiva de transformarlas en un movimiento de clase anticapitalista.

Con el balance no solo de la revolución, pero sobre todo con el de la contrarrevolución, la Izquierda Comunista de Italia ha podido trabajar en la restauración del marxismo gracias a la formación del partido comunista internacional en el cual fue Amadeo Bordiga el militante más coherente. Y es sobre esta misma lineo, siguiendo esto mismo hilo del tiempo, que nosotros trabajamos hoy.

La cuestión nacional y colonial, la cuestión del «antimperialismo» proletario y burgués como siempre han estado cuestiones tremendamente arduas, como lo demuestra toda , la obra del bolchevismo, de la Internacional Comunista y de la misma Izquierda comunista. Y estamos convencidos que en los países imperialistas el obstáculo mayor encontrado por los revolucionarios sobre su camino es el patriotismo, esta moderna forme de participar en los privilegios burgueses, en las ventajas económicas y sociales que el imperialismo ofrece a capas obreras en la tentativa de hacerlas rechazar a la lucha de clase y de ser solidario de la opresión de las masas trabajadoras de las naciones oprimidas.


Source: «El Programa Comunista», numero 41, noviembre 1990

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