1 – Dada la situación presente de decaimiento al mínimo de la energía revolucionaria, una tarea práctica es la de examinar el curso histórico de toda la lucha, y es un error definirla como un trabajo de tipo literario o intelectual, contraponiéndola a no se sabe qué inmersión en medio de la acción de las masas.
2 – Quienes están de acuerdo con nuestro juicio critico de que la actual política de los stalinistas es totalmente anticlasista y antirrevolucionaria, al constatar la bancarrota de la III Internacional, más grave que la de la II en 1914, deben elegir entre dos posiciones: ¿debe desecharse, quizás, lo que era común a nosotros y a la plataforma constitutiva del Comintern, a Lenin, a los bolcheviques, a los vencedores de Octubre? No, nosotros afirmamos que solo debe desecharse lo que la Izquierda tuvo que combatir desde entonces, y que debe permanecer en pie todo lo que los rusos han traicionado después.
3 – El grave error de maniobra en la primera posguerra, frente a las vacilaciones del movimiento revolucionario en Occidente, se resume en los vanos intentos de forzar la situación hacia la fase de la insurrección y de la dictadura, explotando con dicha intención recursos de tipo legalitario, democrático y obrerista. Este error, ampliamente perpetrado en el pretendido seno de la clase obrera, sobre la franja de contacto con los social-traidores de la II Internacional, habría de desarrollarse hacia una nueva colaboración de clase, social y política, nacional y mundial, con las fuerzas capitalistas, y en el nuevo oportunismo y en la nueva traición.
4 – Por querer ganar una influencia más vasta para el partido internacional, plantado robustamente sobre una teoría y una organización afianzadas, se ha regalado influencia a traidores y enemigos, quedándonos sin la soñada mayoría y sin el sólido núcleo histórico del partido de entonces. La lección, no pequeña, es que no se debe volver a repetir la misma maniobra o seguir el mismo método.
5 – En 1946, a fines de la segunda guerra mundial, fue vana la espera de una situación tan fértil como la de 1918, debido a la mayor gravedad de la degeneración contrarrevolucionaria, a la ausencia de fuertes núcleos capaces de permanecer fuera del bloque de guerra militar, político y de la resistencia, a la diferente política de ocupación policiaca de los países vencidos. La situación en 1946 era manifiestamente tan desfavorable como las que sucedieron a las grandes derrotas de la Liga de los Comunistas y de la l Internacional, en 1849 y 1871.
6 – Por lo tanto, no siendo concebibles bruscos retornos de las masas a una organización útil de ataque revolucionario, el mejor resultado que los próximos tiempos pueden dar es volver a proponer los verdaderos fines y reivindicaciones proletarias y comunistas, y remachar la lección de que es derrotismo toda improvisación táctica que cambie de situación en situación con la pretensión de explotar datos inesperados de las mismas.
7 – El estúpido actualismo-activismo que adapta gestos y movimientos a los datos inmediatos de hoy, verdadero existencialismo de partido, debe ser sustituido por la reconstrucción del sólido puente que une el pasado al futuro, y cuyas grandes líneas el partido se dicta a si mismo de una vez para siempre, prohibiendo a los militantes, y sobre todo a los jefes, la búsqueda y el descubrimiento tendenciosos de «nuevas vías».
8 – Esta moda, sobre todo cuando difama y abandona el trabajo doctrinal y la restauración teórica (necesaria hoy como lo fue para Lenin en 1914–18), al suponer que la acción y la lucha son todo, recae en la destrucción de la dialéctica y del determinismo marxistas, sustituyendo la inmensa búsqueda histórica de los raros momentos y puntos cruciales sobre los cuales apoyarse por un voluntarismo descabellado, que es de hecho la peor y más crasa adaptación al statu quo y a sus míseras perspectivas inmediatas.
9 – Es fácil reducir toda esta metodología de practicones, no a nuevas formas de un método político original, sino a la caricatura de viejas posiciones antimarxistas y a la manera idealista (a la Croce) de concebir el acontecimiento histórico como un hecho no previsible por leyes científicas que «siempre tiene razón» en su rebelión contra las reglas y las previsiones sobre el rumbo de la sociedad humana.
10 – Por consiguiente, debe colocarse en primer plano la tarea de volver a presentar, confirmándola con nuestros textos clásicos de partido, la visión marxista integral de la historia y de su desarrollo, de las revoluciones que se han sucedido hasta ahora, de los caracteres de la revolución que se prepara y que verá al proletariado moderno derrocar al capitalismo e instaurar nuevas formas sociales; se deben volver a presentar las reivindicaciones originales y esenciales tal como son en su grandeza imponente desde hace por lo menos un siglo, liquidando las banalidades con las que las sustituyen incluso muchos de los que no estén en el pantano stalinista, haciendo pasar por comunismo demandas burguesoides populares y aptas para el éxito demagógico.
11 – Un trabajo semejante es largo y difícil, absorbe anos y anos; por otra parte, la relación de fuerzas de la situación mundial no puede invertirse antes de decenios. Por lo tanto, todo espíritu estúpido y falsamente revolucionario de aventura rápida debe ser removido y despreciado en cuanto es propio de quien no sabe resistir en la posición revolucionaria y, como en tantos ejemplos de la historia de las desviaciones, abandona la vía maestra por los callejones equívocos del éxito a breve plazo.