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TESIS DE LA FRACCIÓN COMUNISTA ABSTENCIONISTA DEL PARTIDO SOCIALISTA ITALIANO


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Tesis de la Fracción Comunista Abstencionista del Partido Socialista Italiano (1920)
I
II
III
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Tesis de la Fracción Comunista Abstencionista del Partido Socialista Italiano

I

1.– El comunismo es la doctrina de las condiciones sociales e históricas de la emancipación del proletariado.
La elaboración de esta doctrina comenzó en el periodo de los primeros movimientos proletarios contra las consecuencias del sistema de producción burgués, y tomó forma en la crítica marxista de la economía capitalista, en el método del materialismo histórico, en la teoría de la lucha de clases, en las concepción de los desarrollos que presentará el proceso histórico de la caída del régimen capitalista y de la revolución proletaria.

2.– En esta doctrina, cuya primera y fundamental expresión sistemática es el «Manifiesto de los Comunistas» de 1847, se basa la constitución del partido comunista.

3.– En el periodo histórico presente se hace cada vez más intolerable para el proletariado la situación creada por las relaciones de producción burguesas, basadas en la posesión privada de los medios de producción y de cambio, en la apropiación privada de los productos del trabajo colectivo, en la libre concurrencia del comercio privado de los productos mismos.

4.– A estas relaciones económicas corresponden las instituciones políticas propias del capitalismo: el Estado con representación democrática-parlamentaria. En una sociedad dividida en clases el Estado es la organización del poder de la clase económicamente privilegiada. Aunque la burguesía representa la minoría de la sociedad, el Estado democrático constituye el sistema de la fuerza armada organizada para la conservación de las relaciones de producción capitalista.

5.– La lucha del proletariado contra la explotación capitalista asume sucesivas formas, desde la violenta destrucción de la maquinaria a la organización profesional para la mejora de las condiciones de trabajo, a la creación de los Consejos de fábrica y a las tentativas de incautación de las fábricas.
A través de todas estas acciones particulares el proletariado se encamina hacia la lucha decisiva revolucionaria directa contra el poder del Estado burgués que impide que las presentes relaciones de producción puedan ser eliminadas.

6.– Esta lucha revolucionaria es el conflicto de toda la clase proletaria contra toda la clase burguesa. Su instrumento es el partido político de clase, el partido comunista, que realiza la organización consciente de la vanguardia del proletariado que ha comprendido la necesidad de unificar la propia acción: en el espacio, por encima de los intereses individuales de grupo, categoría, o nacionalidad; en el tiempo, subordinado al resultado final de la lucha, las ventajas y conquistas parciales que no golpean la esencia de la estructura burguesa.
Es decir, solo la organización en partido político realiza la constitución del proletariado en clase que lucha por su emancipación.

7.– El objetivo de la acción del partido comunista es el abatimiento violento del dominio burgués, la conquista del poder político por parte del proletariado, la organización de este en clase dominante.

8.– Mientras la democracia parlamentaria con representación de los ciudadanos de cualquier clase es la forma que asume la organización de la burguesía en clase dominante, la organización del proletariado en clase dominante se realizará por medio de la dictadura proletaria, es decir, en un tipo de Estado cuyos representantes (sistema de los Consejos obreros) serán designados únicamente por los miembros de la clase trabajadora (proletariado industrial y campesinos pobres) excluyendo a los burgueses del derecho electoral.

9.– El Estado proletario, rota la vieja maquina burocrática, policiaca y militar, unificará las fuerzas armadas de la clase trabajadora en una organización destinada a reprimir todos los esfuerzos contrarrevolucionarios de la clase desposeída, y a ejecutar las medidas de intervención en las relaciones burguesas de producción y de propiedad.

10.– El proceso a través del cual se pasará de la economía capitalista a la comunista será muy complejo y sus fases serán diversas según las diversas condiciones de desarrollo económico. La terminación de ese proceso es la realización completa: de la posesión y el uso de los medios de producción por parte de toda la colectividad unificada; de la distribución central y racional de las fuerzas productivas en las diferentes ramas de la producción; de la administración central por parte de la colectividad en la repartición de los productos.

11.– Cuando las relaciones de la economía capitalista hayan sido totalmente suprimidas, la abolición de las clases será un hecho cumplido y el Estado como aparato político de poder habrá sido sustituido progresivamente por la administración racional y colectiva de la actividad económica y social.

12.– El proceso de transformación de las relaciones de producción irá acompañado de una serie amplísima de medidas sociales fundadas en el principio de que la colectividad cuide de la existencia material e intelectual de todos sus miembros. Así sucesivamente se irán eliminando todas las taras degenerativas que el proletariado hereda del mundo capitalista, y en palabras del «Manifiesto», a la vieja sociedad dividida en clases enfrentadas entre si, le sustituirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos.

13.– Las condiciones de la victoria del poder proletario en la lucha por la realización del comunismo consisten, más que en la racional utilización de expertos para las tareas técnicas, en confiar las tareas políticas y de control del aparato estatal a hombres que antepongan el interés general y el triunfo final del comunismo a las sugestiones de los limitados y particulares intereses de los grupos.
Ya que precisamente el partido comunista es la organización de los proletarios que tiene esa conciencia de clase, el objetivo del partido será la conquistar, por medio de la propaganda, a sus militantes para los cargos electivos del organismo social.
La dictadura del proletariado será la dictadura del partido comunista y este será un partido de gobierno en un sentido completamente opuesto al de las viejas oligarquías, en cuanto los comunistas se impondrán las misiones que exijan el máximo de renuncia y sacrificio, cargándose la parte más pesada de la tarea revolucionaria que corresponde al proletariado en el duro trabajo de generación de un nuevo mundo.

II

1.– La crítica comunista que incesantemente se elabora basándose en sus métodos fundamentales y la propaganda de las conclusiones que se obtienen de ella, tratan de erradicar la influencia, que sobre el proletariado tienen los sistemas ideológicos propios de las otras clases y de los otros partidos.

2.– El comunismo despeja en primer lugar el terreno de las concepciones idealistas que afirman que los hechos del mundo del pensamiento son la base y no el resultado de las relaciones reales de la vida de la humanidad y de su desarrollo. Todas las formulaciones religiosas y filosóficas de ese genero son consideradas como el bagaje ideológico de clases cuyo dominio precede a la época burguesa, y que se basaba en una organización eclesiástica, aristocrática o dinástica, justificable solo con supuestas investiduras sobrehumanas.
Un síntoma de la decadencia de la moderna burguesía es la reaparición entre ella, con formas nuevas, de estas viejas ideologías que ella misma destruyó.
Por ello, un comunismo fundado sobre bases idealistas constituye un absurdo inaceptable.

3.– De manera aun más característica, el comunismo representa la demolición crítica de las concepciones del liberalismo y de la democracia burguesa. La afirmación jurídica de la libertad de pensamiento y de la igualdad política de los ciudadanos, y la concepción según la cual las instituciones basadas sobre el derecho de la mayoría y sobre el mecanismo de la representación electoral universal son la base suficiente para un progreso indefinido y gradual de la sociedad humana, constituyen las ideologías correspondientes al régimen de la economía privada y de la libre concurrencia, y a los intereses de clase de los capitalistas.

4.– Forma parte de las ilusiones de la democracia burguesa el concepto de que pueda conseguirse la mejora de las condiciones de vida de las masas mediante el incremento de la educación y de la instrucción por obra de las clases dirigentes y de sus instituciones. Por el contrario, la elevación intelectual de las grandes masas tiene como condición un mejor nivel de vida material incompatible con el régimen burgués; por otra parte, la burguesía por medio de sus escuelas intenta difundir precisamente las ideologías que tratan de impedir que las masas reconozcan que las instituciones actuales son el obstáculo para su emancipación.

5.– Otra afirmación fundamental de la democracia burguesa es el principio de nacionalidad.
Corresponde a las necesidades de clase de la burguesía, en la constitución de su propio poder, la formación de estados basados en la nación, con el fin de utilizar las ideologías nacionales y patrióticas, que durante el periodo inicial del capitalismo corresponden a ciertos intereses comunes de los hombres de la misma raza, de la misma lengua y de las mismas costumbres, para retrasar y atenuar el choque entre el estado capitalista y las masas proletarias.
Los irredentismos nacionales nacen por tanto de intereses esencialmente burgueses.
La burguesía misma no duda en pisotear el principio de nacionalidad cuando el desarrollo del capitalismo le impone la conquista violenta de los mercados extranjeros, y por consiguiente determina la disputa de estos por parte de las grandes unidades estatales. El comunismo supera el principio de nacionalidad ya que evidencia la semejanza de condiciones en las que se encuentra el trabajador pobre ante el empresario, cualquiera que sea la nacionalidad de uno u otro; y pone la unión internacional como modelo de la organización política que el proletariado formará cuando a su vez alcance el poder.
A la luz de la crítica comunista la reciente guerra mundial ha sido originada por el imperialismo capitalista, derrumbándose las diferentes interpretaciones que tienden a formularla, desde el punto de vista de uno u otro estado burgués, como una reivindicación del derecho de nacionalidad de algunos pueblos, como un conflicto de los estados democráticamente más avanzados contra los otros estados organizados de forma pre-burguesa, o en suma, como una pretendida necesidad defensiva contra la agresión enemiga.

6.– El comunismo está también en oposición a las ideas del pacifismo burgués y a las ilusiones wilsonianas sobre la posibilidad de una asociación mundial de los estados basada en el desarme y el arbitraje, condicionada por la utopía de una subdivisión de las unidades estatales según las nacionalidades. Para los comunistas las guerras serán imposibles y las cuestiones nacionales serán resueltas solo cuando el régimen capitalista sea sustituido por la República Internacional Comunista.

7.– Bajo un tercer aspecto, el comunismo se presenta como la superación de los sistemas de socialismo utópico que proponían la eliminación de los defectos de la organización social mediante planes completos de nuevas constituciones de la sociedad, cuya posibilidad de realización no se ligaba en modo alguno al desenvolvimiento real de la historia y era confiada a las iniciativas de potentados o al apostolado de filántropos.

8.– La elaboración por parte del proletariado de una propia interpretación teórica de la sociedad y de la historia, que sea la guía de su acción contra las relaciones de vida del mundo capitalista, da lugar continuamente al surgimiento de escuelas o tendencias más o menos influenciadas por la inmadurez misma de las condiciones de la lucha y de los más variados prejuicios burgueses. De ello derivan errores y fracasos de la acción proletaria; pero es gracias a estas experiencias como el movimiento comunista llega a precisar la doctrina y la táctica con rasgos cada vez más claros, diferenciando netamente y combatiendo abiertamente todas las otras corrientes que se agitan en el mismo sentido del proletariado.

9.– La constitución de empresas cooperativas de producción, en las que el capital pertenece a los obreros que trabajan en ellas, no puede constituir una vía para la supresión del sistema capitalista, ya que en tales empresas la adquisición de materias primas y el destino de los productos se realiza según las leyes de la economía privada, y su mismo capital colectivo acaba por utilizar el crédito y por tanto el control del capital privado.

10.– Las organizaciones económicas profesionales no pueden ser consideradas por los comunistas ni como órganos suficientes para la lucha por la revolución proletaria, ni como órganos fundamentales de la economía comunista.
La organización en sindicatos profesionales sirve para neutralizar la competencia entre los obreros del mismo oficio e impide la caída de los salarios un nivel bajísimo, pero, como no puede lograr la eliminación del beneficio capitalista, igualmente tampoco puede realizar la unión de los trabajadores de todas las profesiones contra el privilegio del poder burgués. Por otra parte el simple traspaso de la propiedad de las empresas del patrón privado al sindicato obrero no realizaría los postulados económicos del comunismo, según el cual la propiedad debe ser transferida a toda la colectividad proletaria, siendo esta la única vía para eliminar los caracteres de la economía privada en la apropiación y repartición de los productos.
Los comunistas consideran al sindicato como el campo de una primera experiencia proletaria, que permite a los trabajadores avanzar en el camino hacia el concepto y la práctica de la lucha política, cuyo órgano es el partido de clase.

11.– En general, es un error creer que la revolución sea un problema de forma de organización de los proletarios según los agrupaciones que ellos forman por su posición y sus intereses dentro de los cuadros del sistema capitalista de producción.
Por tanto, no es una modificación de la estructura de la organización económica la que puede dar al proletariado el medio eficaz para su emancipación.
Los sindicatos de empresa o consejos de fabrica surgen como organismos para la defensa de los intereses de los proletarios de las diferentes empresas, cuando comienza a parecer posible limitar el arbitrio capitalista en la gestión de aquellas. La adquisición por parte de tales organismos de un más o menos amplio derecho de control sobre la producción no es sin embargo incompatible con el sistema capitalista y por ello podría ser una iniciativa conservadora.
El traspaso mismo de la gestión de las empresas a estos consejos de fabrica no constituiría (análogamente a cuanto se ha dicho para los sindicatos) el advenimiento del sistema comunista. Según la sana concepción comunista, el control obrero sobre la producción únicamente se realizará después del abatimiento del poder burgués, y será el control sobre la marcha de cada empresa por parte de todo el proletariado unificado en el Estado de los consejos; y la gestión comunista de la producción será la dirección de ésta en todas sus ramas y unidades por parte de racionales órganos colectivos que representarán los intereses de todos los trabajadores asociados en la obra de construcción del Comunismo.

12.– Las relaciones capitalistas de producción no pueden ser alteradas por la intervención de los órganos del poder burgués.
Por eso el traspaso de empresas privadas al estado o a la administración local no corresponde mínimamente al concepto comunista. Tal traspaso va siempre acompañado del pago del valor capital de las empresas al antiguo poseedor que conserva de esta forma integro su derecho de explotación; las empresas mismas siguen funcionando como empresas privadas dentro del cuadro de la economía capitalista; ellas devienen a menudo medios oportunos para la obra de conservación y de defensa de clase que desarrolla el estado burgués.

13.– El concepto de que la explotación capitalista del proletariado puede ser gradualmente atenuada y eliminada con la obra legislativa y reformadora de las actuales instituciones políticas, solicitada por los representantes en estas del partido proletario o también por las agitaciones de las masas, conduce solamente a convertirse en cómplice de la defensa que la burguesía hace de sus privilegios, que en ocasiones cede aparentemente una mínima parte de estos para aplacar la impaciencia de las masas y desviar sus esfuerzos revolucionarios contra los fundamentos del régimen capitalista.

14.– La conquista del poder político por parte del proletariado, también considerado como objetivo integral de acción, no puede ser alcanzado por medio de la mayoría en los organismos electivos burgueses.
La burguesía, por medio de los órganos ejecutivos del estado, sus agentes directos, asegura muy fácilmente la mayoría en los órganos electivos a sus mandatarios o a los elementos que, penetarados individual o colectivamente, han caído en su juego o bajo su influencia. Además la participación en tales instituciones comporta el compromiso de respetar los fundamentos jurídicos y políticos de la constitución burguesa. Sin embargo, el valor puramente formal de tal compromiso es suficiente para liberar a la burguesía incluso del leve aprieto de acusarla de ilegalidad formal, cuando ella recurre lógicamente a servirse de sus medios reales de defensa armada antes de entregar el poder y permitir la destrucción de su máquina burocrática y militar de dominio.

1 5.– Reconocer la necesidad de la lucha insurreccional para la toma del poder, pero proponer que el proletariado ejercite su poder concediendo a la burguesía una representación en los nuevos organismos políticos (asambleas constituyentes o combinaciones de estas con el sistema de los consejos obreros), es también un programa inaceptable y contrario al concepto central comunista de la dictadura proletaria. El proceso de expropiación de la burguesía estaría inmediatamente comprometido allí donde a ella le quedasen pretextos para influir de cualquier modo en la constitución de las representaciones del estado proletario expropiador. Esto permitiría a la burguesía utilizar las influencias que inevitablemente le quedan en virtud de su experiencia y preparación técnica e intelectual, para injertar su actividad política tendiente al restablecimiento de su poder en una contrarrevolución. Las mismas consecuencias tendría todo precepto democrático acerca de la paridad de tratamiento que el poder proletario debería otorgar a la burguesía respecto la libertad de asociación, de propaganda y de prensa.

16.– El programa de una organización de representación política, basada en delegados de las diferentes categorías profesionales de todas las clases sociales, no es ni siquiera un encaminamiento formal hacia el sistema de los consejos obreros porque este se caracteriza por la exclusión de los burgueses del derecho electoral, y su organismo central no es designado por profesiones sino por circunscripciones territoriales. La forma de representación en cuestión representa más bien un estadio inferior a la misma democracia parlamentaria actual.

17.– Profundamente contrario a las concepciones comunistas es el anarquismo, que tiende a la instauración inmediata de una sociedad sin estado y sin organización política, y que en la economía futura vislumbra un funcionamiento autónomo de las unidades productivas, negando la necesidad de cualquier centro organizador y regulador de la actividad humana en la producción y en la distribución. Una concepción tal está cercana a la de la economía privada burguesa, y es ajena al contenido esencial del comunismo. Además, la eliminación inmediata del estado como aparato de poder político equivale a la no resistencia a la contrarrevolución, o presupone la inmediata abolición de la clases, la expropiación revolucionaria contemporánea a la insurrección contra el poder burgués.
Tal posibilidad no existe ni siquiera lejanamente, a causa de la complejidad de la tarea proletaria en la sustitución de la economía comunista por la actual, y de la necesidad de que tal proceso sea dirigido por un organismo central que coordine el interés general del proletariado subordinando a este todos los intereses locales y particulares, que representan la mayor fuerza de conservación del capitalismo.

III

1.– La concepción comunista y el determinismo económico no hacen de ningún modo de los comunistas unos espectadores pasivos del devenir histórico, sino que por el contrario hacen de ellos unos infatigables luchadores; sin embargo, la lucha y la acción se volvería ineficaz si se separase de los resultados de la doctrina y de la experiencia crítica comunista.

2.– La obra revolucionaria de los comunistas se basa en la organización en partido de los proletarios que unen a la conciencia de los principios comunistas la decisión de consagrar todo su esfuerzo a la causa de la revolución.
El partido, organizado internacionalmente, funciona sobre la base de la disciplina a las decisiones de las mayorías y de los órganos centrales designados por estos para dirigir el movimiento.

3.– Actividades fundamentales del partido son la propaganda y el proselitismo, basado este, para la admisión de nuevos militantes, en las mayores garantías. Aun basando el éxito de la propia acción en la difusión de los principios y de sus finalidades, y aun luchando por los interés de la inmensa mayoría de la sociedad, el movimiento comunista no hace del consenso con la mayoría una condición prejudicial para la propia acción. Criterio sobre la oportunidad de ejecutar acciones revolucionarias es la valoración objetiva de las propias fuerzas y de las del adversario, en sus complejos coeficientes en los que el número no es lo único ni lo más importante.

4.– El partido comunista desarrolla un intenso trabajo interno de estudio y de crítica, estrechamente unido a la exigencia de la acción y de la experiencia histórica, afanándose en organizar sobre bases internacionales ese trabajo. Exteriormente, desarrolla en cualquier circunstancia y con todos sus medios posibles la obra de propaganda de las conclusiones de su propia experiencia critica y de oposición con las escuelas y los partidos adversarios. Sobre todo, el partido ejerce su actividad de propaganda y de atracción entre las masas proletarias, especialmente en las circunstancias en las que estas se mueven para oponerse a las condiciones de vida creadas por el capitalismo, y en el seno de los organismos que los proletarios forman para defender sus intereses inmediatos.

5.– Los comunistas penetran en las cooperativas proletarias, en los sindicatos, en los consejos de fabrica, constituyendo en ellos grupos de obreros comunistas, tratando de conquistar en ellos la mayoría y los cargos directivos, con el fin de conseguir que la masa de proletarios encuadrada en tales asociaciones subordine su propia acción a la más alta finalidad política y revolucionaria de la lucha por el comunismo.

6.– En cambio, el partido comunista se mantiene ajeno a todas las instituciones y asociaciones en las que proletarios y burgueses participan al mismo tiempo, o peor, cuya dirección o patronato pertenece a los burgueses (sociedades de mutuo socorro, de beneficencia, escuelas de cultura, universidades populares, asociaciones masónicas, etc..) y trata de alejar de ellas a los proletarios combatiendo su acción y su influencia.

7.– La participación en las elecciones a los órganos representativos de la democracia burguesa y la actividad parlamentaria, aun presentando en cualquier tiempo un continuo peligro de desviación, podían ser utilizados para la propaganda y la formación del movimiento en el periodo en el que, no delineándose todavía la posibilidad de abatir el poder burgués, la tarea del partido se limitaba a la crítica y a la oposición. En el actual periodo abierto con el final de la guerra mundial, con las primeras revoluciones comunistas, y con el surgimiento de la Tercera Internacional, los comunistas colocan como objetivo directo de la acción política del proletariado de todos los países la conquista revolucionaria del poder, a la cual todas las fuerzas y toda la obra de preparación deben ser dedicadas.
En este periodo es inadmisible toda participación en los organismos que se muestran como un potente medio defensivo burgués destinado a actuar dentro de las filas mismas del proletariado, y en antítesis con la estructura y la función de los que los comunistas sostienen el sistema de los consejos obreros y la dictadura proletaria.
Por la gran importancia que en la práctica asume la acción electoral, no es posible conciliaría con la afirmación de que ella no es el medio para alcanzar el objetivo principal de la acción del partido: la conquista del poder; ni tampoco es posible evitar que ella absorba toda la actividad del movimiento, distrayéndolo de la preparación revolucionaria.

8.– La conquista electoral de los ayuntamientos y de las administraciones locales, puesto que presenta en mayor medida los mismos inconvenientes del parlamentarismo, no puede ser aceptada como medio de acción contra el poder burgués ya sea porque tales organismos no están investidos de un poder real, sino sometidos al de la maquina estatal; ya sea porque tal método, si bien puede hoy crear algún inconveniente a la burguesía dominante, afirmando el principio de autonomía local, antitético al principio comunista de la centralización de la acción, otorgaría un punto de apoyo a la burguesía en su combate contra el establecimiento del poder proletario.

9.– En el periodo revolucionario todos los esfuerzos de los comunistas se dedican a hacer eficaz e intensa la acción de las masas. Los comunistas completan la propaganda y la preparación con grandes y frecuentes manifestaciones proletarias, especialmente en las grandes ciudades, y tratan de utilizar los movimientos económicos para organizar manifestaciones de carácter político en las que el proletariado reafirma y robustece su propósito de derribar el poder de la burguesía.

10.– El partido comunista lleva su propaganda a las filas del ejército burgués. El antimilitarismo comunista no se basa en el estéril humanitarismo, sino que tiene como objetivo convencer a los proletarios de que la burguesía los arma para defender sus intereses y para servirse de su fuerza contra la causa del proletariado.

11.– El partido comunista se prepara y procede como un estado mayor del proletariado en la guerra revolucionaria; por eso, prepara y organiza una red propia de informaciones y de comunicaciones; sostiene y organiza especialmente el armamento del proletariado.

12.– El partido comunista no llega a acuerdos o alianzas con otros movimientos políticos que tienen en común con el un determinado objetivo contingente, pero que discrepan en el programa de acción posterior. También se debe rechazar el criterio de aliarse con todas aquellas tendencias proletarias que aceptan la acción insurreccional contra la burguesía (el llamado frente único), pero disienten del programa comunista respecto al desarrollo de la acción ulterior.
No hay que considerar una condición favorable el aumento de las fuerzas aspirantes al derrocamiento del poder burgués cuando sean insuficientes las fuerzas dedicadas a la constitución del poder proletario bajo directivas comunistas, que son las únicas que pueden asegurar su duración y su éxito.

13.– Los soviets o consejos de obreros, campesinos y soldados constituyen los órganos del poder proletario y no pueden realizar su verdadera función sino después del abatimiento del dominio burgués.
Los soviets no son por si mismos órganos de lucha revolucionaria; ellos se vuelven revolucionarios cuando su mayoría es conquistada por el partido comunista.
Los consejos obreros pueden surgir incluso antes de la revolución, en un periodo de crisis aguda en la que el poder del estado burgués sea puesto en serio peligro.
La iniciativa de la constitución de los soviets puede ser una necesidad para el partido en una situación revolucionaria, pero no es un medio para provocar tal situación.
Si el poder de la burguesía se consolida, la supervivencia de los consejos puede representar un serio peligro para la lucha revolucionaria, es decir, puede suponer la conciliación y combinación de los órganos proletarios con las instituciones de la democracia burguesa.

14.– Lo que distingue a los comunistas no es proponer en cualquier situación y en cada episodio de la lucha de clase la convocatoria inmediata de todas las fuerzas proletarias para la sublevación general, sino sostener que la fase insurreccional es la desembocadura inevitable de la lucha y preparar al proletariado para afrontarla en condiciones favorables para el éxito y para el ulterior desarrollo de la revolución.
Según las situaciones, que el partido puede juzgar mejor que el restante proletariado, él puede encontrarse en la necesidad de actuar para precipitar o aplazar el choque definitivo.
En cualquier caso es tarea especifica del partido combatir tanto a aquellos que al precipitar a toda costa la acción revolucionaria podrían llevar al proletariado al desastre, como a los oportunistas que explotan las circunstancias que desaconsejan la acción a fondo para provocar paradas definitivas en el movimiento revolucionario, dispersando hacia otros objetivos la acción de las masas, que en cambio el partido comunista debe siempre conducir sobre el terreno de la eficaz preparación a la lucha armada final e indefectible contra la defensa del principio burgués.

(Mayo de 1920)


Source: «La Izquierda Comunista», N° 9, Noviembre 1998, pp.22–28

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